El urbanismo petrificado.

El Muro de Berlín obviamente se transformó en una de las mayores ignominias sociales y urbanas que se tenga memoria en la historia contemporánea. Los Castillos y sus puentes levadizos han surgido de nuevo. El albañil Bush comienza una construcción terrestre que es la consecusión de los escudos aéreos de Reagan. ¿Cómo quieren que no le pongámos rejas a las casas ?

Vivir trás de los muros o bajo rejas. Parece que en los planos de las ciudades de la arquitectura global no hubiese zonas intermedias, sólo intemperie. Hay una tendencia preocupante de un rumbo urbanístico que olvida los derechos de la mayoría y plantea privilegios para un grupo creciente, pero elitista, de ciudadanos. El dilema no es exclusivamente chileno, ni con mucho latinoamericano; invade las ciudades "polarizadas" y las que van en ese camino. Las ciudades amuralladas y las poblaciones marginales que se transformaron en el blanco y negro de un planeta y sistemas económicos al que le cuesta admitir matices, hasta que sea demasiado tarde.


Dos ejemplos extremos pero concretos: en Dubai se está erigiendo un refugio contra la inseguridad sobre el mar del golfo Pérsico. Es un archipiélago de 300 islas artificiales que componen un verdadero mapamundi rodeado de una sofisticada barrera protectora donde se construyen residencias, centros comerciales y hoteles. Cada isla representa un país, todas componen un mundo ideal fortificado para que lo exterior no entre. Es una ciudadela medieval sobre el mar. Segunda caso, Ciudad Juárez, México. Allí sólo se garantiza violencia y muerte en un terreno dominado por los narcos y las bandas de traficantes de personas. Son las mujeres el blanco de esta violencia en un espacio abierto donde no hay dónde refugiarse. En la última década más de 500 mujeres han sido asesinadas.


Pero no sólo se conocen modelos abruptamente diferentes de metrópolis, también hay otros donde la riqueza y la pobreza conviven en una tensión ilimitada. De ellos da cuenta la X Bienal de Arquitectura de Venecia que está trabajando tres características comunes a catorce megalópolis. Inseguridad, ausencia de servicios y consumo desmedido son las señales de alarma que en padecen muhas nuestras ciudades.

Las tres características citadas por los organizadores de la Bienal evidencian la profundización de la brecha entre ricos y pobres: extremos de una pirámide social abstracta que también habitan en las márgenes reales de las ciudades; unos viven amurallados, aislados y protegidos de la sociedad por voluntad propia y otros, en barrios precarios, villas y " favelas" latinoamericanas desarticulados y expuestos a los riesgos de la época.


Las ciudades que toma como parámetro la Bienal son: Bogotá, El Cairo, Estambul, Johannesburgo, Londres, Los Angeles, México DF, Bombay, Nueva York, San Pablo, Shanghai, Tokio y Barcelona. Todas superan los quince millones de habitantes pero ninguna es totalmente una ciudad rica o pobre: cada una esconde el choque social, la riqueza extrema y la miseria, ricos y pobrísimos viviendo en ciudades que están "partidas". Buenos Aires comparte las características de estas ciudades y también ha visto desde los 90 cómo se profundizaron la brecha social y las manchas geográficas en las que viven ricos y pobres.


Aunque hay índices esperanzados en la recuperación económica, la multiplicación de las poblaciones marginales continúa. Sólo en Santiago ( Qué se entiende por Santiago, es una buena pregunta) viven unas 350 mil personas en estos barrios pauperizados. El fenómeno se agrava cuando se suman los habitantes de las innumerables habitaciones bajo los estándares que todavía no se desploman en la Región Metropolitana , y que ha aumentado su superficie en 55o Has. hace tres días. Habría que revisar el monto que suma el Programa de las Naciones Unidas sobre Asentamientos Urbanos. En la otra punta, la guetificación se sofistica. Al boom de las urbanizaciones amuralladas y barrios cerrados se sumaron los condominios, parcelas y pueblos cerrados que diversificaron las calidades de vida y elevaron el número de habitantes desapegados de una vida urbana saludable.


En su libro La sociedad excluyente, la socióloga Maristella Svampa clasifica esta segmentación en la elección del hábitat: "En un primer nivel, amplio y más masivo, se halla el estilo de vida verde, que imita el de las clases medias-altas suburbanas norteamericanas, y que apunta a las clases medias y medias altas; en un segundo nivel asoma un estilo más selecto, añorado y ''exquisito'', propio de la ruralidad idílica, que alude a la vinculación con el pasado rural del país".


La discusión sobre las ciudades ha generado en los últimos años una nueva conceptualización sobre los cambios permanentes que el capitalismo generó en la mayoría de las urbes del mundo. John Friedmann hablaba de "World cities" y Saskia Sassen y Manuel Castells se referían a las metrópolis como "global cities". Allen Scott iba a pensarlas como "global cities regions". La urbanista holandesa Sassen ha destacado el rol de las ciudades en el proceso de la globalización. Para ella las global cities son, junto con las empresas multinacionales y los Estados nacionales, una de las tres fuerzas que determinan la estructura de la economía mundial y definen las tendencias actuales y futuras.


Paul Virilio sumó una nueva clasificación al ver que el miedo rediseñaba los trazados urbanísticos. Lo explica en su reciente libro Ciudad pánico: "Tras la desagregación de las grandes aglomeraciones geopolíticas ha llegado el tiempo de la declinación del estado nación y el comienzo de un repliegue táctico sobre las metrópolis. Metropolización también tan ilusoria que nos conduce al resurgimiento de la ciudad-Estado, de la que América del Norte nos da el ejemplo con sus casi treinta millones de enclaustrados en sus ciudades privadas so pretexto de inseguridad social..." La brasileña Teresa Caldeira suma argumentos y diseña un nuevo concepto que complementa al de Virilio al hablar de "ciudades amuralladas". Son aquellas "ciudadelas" dentro de las urbes preparadas para protegerse del exterior, de la criminalidad y la marginalidad y que componen un microclima y un sistema de vida de encierro y goce.


Sobre el cielo de San Pablo vuelan diariamente entre 500 y 1.000 helicópteros particulares que transportan a empresarios, industriales y comerciantes desde los barrios cerrados hacia el centro de la ciudad. No quieren caminar un terreno en el que cada año se producen unos cien mil homicidios. San Pablo es la ciudad que exhibe sin metáforas la "guetización" de la población. Es una ciudad que los muros han dividido y que han ubicado a las favelas en un rincón y a los barrios más elegantes en una periferia delimitada y ultraprotegida. "El miedo llega como un ingrediente que justifica una nueva manera de segregar. Los ricos se segregan a sí mismos. Lo interesante es ver por qué en el momento en que, de alguna manera, se democratiza esa sociedad, las elites, que no consiguen seguir dominando para sí mismas el centro de la ciudad donde vivían antes, crean otras maneras de segregarse y de mostrar su prestigio. Estos son los espacios más antidemocráticos que hay y se crean en los momentos de apertura democrática", explica Caldeira.


Por otro parte, los territorios anómicos de la miseria se volvieron seductores para europeos y norteamericanos adinerados que llegan como turistas y contratan los servicios de un guía para internarse en las barriadas bomaerenses y brasileñas en un "villatour" o un "favelatour". La miseria se vuelve objeto de consumo, los habitantes se transforman en actores de su propia realidad.


Bogotá se vio sobrepasada en su capacidad cuando la guerrilla, el narcotráfico y los parapoliciales hicieron que los campesinos abandonaran los cultivos tradicionales e intentaran sobrevivir en un medio que les resulta desconocido. Hoy la ciudad tiene más de diez millones de habitantes: muchos de ellos viven en los cerros, en refugios construidos con desechos. En Caracas se vive una situación similar. Un país rico en petróleo contrapuesto a las necesidades extremas del 40 por ciento de la población. Una imagen aérea exhibe una enorme mancha plateada de las viviendas con techos de chapa rodeando las torres de oficinas de la capital.


Esta lógica urbana parecería llevar a una visión apocalíptica de la organización de las ciudades. El emprendimiento insular de The World es una excepción, pero nada hace pensar que no sea imitado en el futuro para aislar a los que sienten pánico y en nombre del miedo multiplican las estrategias de defensa y seguridad. Lo que no es una excepción es Ciudad Juárez. Juan Villoro, cronista, curioso y escritor mexicano, lo explica de este modo: "Es una ciudad del extrarradio donde no hay vigilancia, muchas veces no hay carreteras, no hay calles asfaltadas y las mujeres tienen que caminar largos trechos por las calles que no tienen iluminación. Esto es una condición perfecta para la cacería de mujeres".


Estas diferencias abruptas no son casuales. En Nueva York, la ciudad más rica de EE.UU., la cifra oficial de la pobreza es del 34%, mientras que el promedio para el resto del país es del 16%. Y la desigualdad más aguda se vive en Manhattan. Una tendencia que se repite en todo el planeta: hay un aumento espectacular en el ingreso de la clase media alta y profesional y un descenso simultáneo en los ingresos de los sectores bajos. Sassen dice que esta situación se debe a que hace 30, 50, 70 años el crecimiento económico se daba en los sectores medios y hoy el crecimiento se produce en los sectores de ingresos muy altos y muy bajos. "En los últimos veinte años se generó un nuevo tipo de desigualdad —dice Sassen—. Gran parte de Africa, Latinoamérica y Asia han visto una pobreza más absoluta de la que existía hace 50 años. La pobreza ha cambiado. Hace 50 años, ser pobre significaba para mucha gente tener sólo un pedazo de tierra no muy productiva y herramientas no muy útiles. Hoy, hay cientos de millones de personas que no tienen ni siquiera eso: son refugiados del hambre y desplazados dentro de su propio país."

La grilla de las ciudades parece resumir dos espacios bien delimitados y sólo se esboza una franja intermedia por descarte. ¿Serán los ciudadanos de la clase media los habitantes que resistan en esa zona indefinida y sin nombre? Es el lugar de lo público, de lo que todavía sobrevive bajo determinadas normas pero también expuesto a las inclemencias de lo que algunas sólo se animan a susurrar como el escenario de una nueva "lucha de clases". El antropólogo Néstor García Canclini lo expresa así: "El espacio público de las calles queda como espacio abandonado, síntoma de desurbanización y olvido de los ideales modernos de apertura, igualdad y comunidad; en vez de la universalidad de los derechos, la separación entre sectores diferentes, inconciliables, que quieren dejar de ser visibles y de ver a los otros."


Micke Davis, profesor de Teoría Urbana en el Instituto de Arquitectura del Sur de California, dice que los Angeles resume con crudeza la situación de la ciudad que vendrá. Al "control arquitectónico de las fronteras sociales" y la militarización errática de la vida urbana, se añade el manejo "policializado" del espacio electrónico y el acceso pagado a las "comunidades de informaciones", bancos de datos para elites y servicios por suscripción que "se apropian de partes del ágora invisible". "En una ciudad de varios millones de inmigrantes, las comodidades públicas están disminuyendo radicalmente, los parques son abandonados y las playas se vuelven más segregadas, las bibliotecas y los centros públicos de diversión se cierran, los agrupamientos juveniles se prohíben, y las calles se van volviendo más desoladoras y peligrosas. A la vez que son demolidos los muros en Europa oriental, se erigieron otros por toda la ciudad de Los Angeles".

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