Minimalismo.

LA EXPRESIÓN SENCILLA DEL PENSAMIENTO COMPLEJO
JOHN PAWSON

Cada vez que alguien comenta al ver mi casa que le parece muy bonita, pero se pregunta cómo soy capaz de vivir así, me quedo perplejo. En mi opinión el razonamiento debería seguir el orden inverso. La cuestión consiste en que ésa es nuestra forma de vivir, por lo que nuestra casa precisa ser así. La arquitectura es la expresión física de un modo de ser: la forma no está sujeta a una tendencia en concreto, sino que se adapta a un tipo de vida particular. La vida a la que se amolda el tipo de arquitectura que yo proyecto no es una que resulte adecuada a todo el mundo. Siento auténtica pasión por mi trabajo, pero mi intención no es la de ganar conversos.
El único patrón universal sería el que un espacio resulte confortable y adecuado para las personas que lo usen. El minimalismo —o, como Donald Judd prefiere enunciarlo, la expresión sencilla de un pensamiento complejo— no es sino una respuesta válida de una sociedad plural a nivel estético que responde a las necesidades de individuos concretos y que incita al debate en el conjunto de la sociedad acerca de cómo elegimos vivir y cómo esperamos que la arquitectura respalde dichas elecciones.
Pienso que debemos abandonar la idea del minimalismo como estilo y, en lugar de ello, considerarlo una manera de pensar acerca del espacio —sus proporciones, superficies y el modo en que deja pasar la luz—. La visión tiene un carácter global, sin fisuras, una cualidad del espacio antes que de la forma, de los lugares y no de las cosas. De ahí que, en su expresión más plena y satisfactoria, no sea algo de lo que podamos adquirir fácilmente un fragmento. Es posible que un lavabo con una forma hemisférica perfecta, tallado a partir de un bloque sólido de mármol de Carrara, sea un objeto exquisito. Pero de manera aislada no es más que eso: un hermoso lavabo. Es la totalidad del entorno del que forma parte lo que tiene importancia. "Lo mínimo es lo máximo travestido", escribe Rem Koolhaas: un comentario incendiario a sabiendas, pero muy apropiado, creo yo, cuando la simplicidad se traduce burdamente en un efecto decorativo. El travestismo connota espectáculo. Por supuesto, siempre hay un lugar para el teatro, pero para una arquitectura de esta clase, éste no es el principio en el que se basa todo lo demás. En mi opinión también es importante entender que el minimalismo no es un manifiesto que abogue por una vida espartana. Este recurrente malentendido surge en parte porque dicha corriente ha sido asociada con movimientos en los que la renuncia, de un tipo u otro, constituye un aspecto esencial. Es poco frecuente tener una discusión a propósito de la simplicidad arquitectónica que no incluya referencias al Budismo Zen, la orden Cisterciense o los Shakers. Uno puede responder a las expresiones estéticas de dichos movimientos y, de hecho, compartir muchas de las necesidades a las que éstos han tratado de dar respuesta, sin tener por ello que adoptar determinados códigos de comportamiento: uno puede desear tener un lugar para estar tranquilo, aunque no sea necesariamente para rezar en él.
El minimalismo no es la arquitectura de la abnegación, la privación o la ausencia: no viene definido por lo que falta, sino por el carácter acertado de lo que está presente y por la riqueza con la que se experimenta. He sido acusado de practicar un lujo a la inversa, pero ¿qué podría ser más sensual o táctil que una amplia extensión de piedra caliza color miel? No se trata, bajo ningún concepto, de plantear un equivalente arquitectónico de una vida de privaciones, sino de crear unos contextos idóneos para las cosas que importan en la vida, de reducir las capas superpuestas de apariencia y comportamiento a lo esencial: el esplendor no proviene del acto de desprenderse, sino de experimentar lo que queda. La vivencia profunda —y placentera— radica en la experiencia cotidiana: en el acto de darse una ducha o de preparar la comida.
La gente tiende a centrarse en la idea de la renuncia, como si, en cierto modo, se tratara sólo de deshacerse de los muebles y pintar las paredes de blanco. De este modo se pasa por alto el rigor del pensamiento que subyace a la propuesta. El verdadero confort no consiste en sofás de gran tamaño —según mi punto de vista, muchas de las cosas que en apariencia son confortables no lo son en absoluto—. Para mí el confort es sinónimo de un estado de total claridad donde el ojo, la mente y el cuerpo están cómodos, donde no hay nada que cree distracción o desentone. El hecho de poner énfasis en la calidad de la experiencia es importante. Algunas personas parecen pensar que la única función que el individuo tiene en semejantes espacios es la capacidad de contaminar. En el tipo de obra que me interesa ocurre precisamente lo contrario: el individuo siempre está en el centro.
Vivimos un periodo en rápida transformación, que alimentamos con nuestro ansia por poseer la última novedad. Lo novedoso como fin en sí mismo está sobrevalorado. En lugar del placer en sus formas más profundas, anhelamos la distracción. Vivimos agobiados por ideas acerca del futuro cuando, en realidad, intentamos que el presente nos parezca novedoso y atrayente. En la arquitectura esto se traduce en continuos programas de reformas. Lo cambiamos todo y nada. Si el motivo de nuestro interés por el futuro es el deseo de lograr un presente que nos satisfaga —en un plano físico, visual y psicológico— ¿acaso podemos desarrollar formas perpetuamente interesantes, que existan al margen de la influencia de la moda y del paso del tiempo? Esto es lo que, en mi opinión, la estética de la simplicidad, con su vasto y paradójico potencial de riqueza y sensualidad, ofrece. Al fin y al cabo, es posible que yo tenga algo de evangelista.

Las tres Gargantas.

Introducción

La presa de las Tres Gargantas, en el río Yangtze, será la obra hidráulica más grande del mundo. Este proyecto faraónico se situará entre la municipalidad de Chongqing y la provincia de Hubei, en China.

El río Yangtze con una longitud de 6.300 kilómetros, es el más largo de China y el tercero del mundo, después del Nilo y del Amazonas. Nace en las montañas situadas en la región sudoeste de Tsinghai y desemboca en el este del mar de China, al norte de Shanghai. Se espera que el nivel del agua alcance una altura de 175 metros el 2009 cuando se complete todo el proyecto con una capacidad de almacenamiento del embalse planificada de 39.300 millones de metros cúbicos.

La construcción de esta gran presa no ha estado exenta de polémica, por las dimensiones de la obra, los daños medioambientales, las reliquias de la historia de China que quedarán sumergidas, y las miles de personas que tendrán que ser desplazadas.

La construcción de este proyecto empezó en 1993, con una inversión total estimada de 180.000 millones de yuanes (21.800 millones de dólares). La obra estará finalizada en el año 2009, para esta fecha se prevé que funcionen 26 grupos electrógenos con una capacidad combinada de 18,2 millones de kilovatios.

En este texto se intentará dar una visión general de la que ha sido llamada la "segunda gran muralla China", detallando las fases de construcción de la presa y los diferentes problemas que se han topado los constructores.


Fases de construcción

En 1919 se propuso la construcción de esta presa dentro del "Plan Industrial" de China, pero sin embargo no fue hasta 1992 cuando se aprobó definitivamente. La presa de las Tres Gargantas será la más grande del mundo, y estará formada por Qutang, Wu y Xiling, alcanzando cerca de 200 kilómetros. La anchura de las gargantas varía desde los 300 metros en la parte más ancha a menos de 100 metros en la zona más estrecha. El nivel del agua varía hasta 50 metros dependiendo de las estaciones, no podemos olvidar la estacionalidad de las lluvias en esta región.

Esta proyecto que se realizará sobre el río Yangtze, inundará más de 250 km2 de tierra, 13 ciudades y cientos de pequeñas aldeas a lo largo de la orilla del río.

Con esta gran presa se pretenden regular los aumentos de caudal provocados por la época de lluvias, evitando así las graves inundaciones que sufren las poblaciones colindantes.
También abastecerá de agua a una gran parte de la población china y además generará electricidad.

La presa de hormigón será de perfil de gravedad de 183 metros de altura sobre cimientos y 2.310 metros de longitud de coronación. El aliviadero será controlado por compuertas en la parte central de la presa.
En el margen izquierdo tendrá un canal doble de esclusas de cinco niveles, con una capacidad anual de 50 Mt. Además habrá un ascensor vertical para las embarcaciones.

Este proyecto tiene una duración de diecisiete años. La obra se ha dividido en tres fases, las cuales pasamos a detallar:

Fase I
En esta fase, la cual se desarrolló entre 1993 a 1997, se empezó a embalsar el agua en esa zona. Se construyó el canal de navegación río abajo, se reforzaron los muros de hormigón, tanto río arriba como río abajo.
También se construyó el cofre de presa longitudinal de hormigón, el puente colgante que cruza el canal y la nueva autopista.
Además se han construido a ambos lados de las orillas del río numerosas estructuras, las cuales incluyen complejos de viviendas y oficinas, hoteles e instalaciones recreativas para el disfrute de la población.

Fase II
En esta segunda fase, se ha vertido el hormigón para el canal aliviadero y se ha construido la estructura de admisión izquierda de la presa principal.
El flujo natural del río Yangtze, se cortó el miércoles 6 de noviembre de 2002, coincidiendo con el comienzo de la fase final del proyecto. El corte del flujo comenzó a las 9:12 y finalizó a las 9:48 (hora de Beijing). Se cerró así el canal artificial construido para conducir la navegación de los barcos del curso superior al inferior del río Yangtze.
El agua pasa ahora a través de las aberturas de salida del dique de "las Tres Gargantas", pensadas para prevenir eventuales inundaciones.
Al final de esta fase, se puso en operación el primer grupo de generadores eléctricos.

Fase III
En esta fase final se procederá al cierre del canal principal y la derivación completa del caudal del río Yangtze hacia el canal de derivación.
Se realizará la ampliación de los diques de contención río arriba y río abajo que cruzan el canal principal, se terminará la construcción del cofre de la presa, la construcción de la esclusa de cinco pasos para buques y, por último, se colocará el hormigón para el segmento del muro de la presa.
La construcción del cofre de presa, es el paso más difícil y el que más riesgos conlleva. El cofre de presa, que se encuentra situado justo detrás del dique de contención, se fabricará con granito descompuesto, esencialmente arena, y se colocará bajo el agua sin compactación mecánica. Como este material presenta una permeabilidad muy alta, se procederá a la colocación de un muro de cierre de hormigón a lo largo del eje del dique de presa. El hormigón se inyectará en orificios perforados colocados en parejas, cada uno con un diámetro de 0,5 metros. Este muro tendrá un grosor de 1 metro y se extenderá verticalmente a través del aluvión situado debajo del dique de presa y en el interior del substrato del lecho rocoso.
Al final de esta tercera fase, que comprende desde el 2004 al 2009, se instalaran los grupos turboalternadores en la instalación suministradora de energía situada en la orilla derecha.

Una vez concluido el proyecto, la presa de las Tres Gargantas tendrá una capacidad de almacenaje de 39.300 millones de metros cúbicos de agua, entre los que se incluyen 22.150 millones para el control de inundaciones. El embalse puede reducir el torrente de agua hasta alcanzar los 27.000 a 33.000 metros cúbicos por segundo, mejorando el control de las inundaciones en los cursos medio e inferior del río Yangtze.

El procedimiento de funcionamiento propuesto en Tres Gargantas es el siguiente: durante la estación de las lluvias (de mayo a septiembre), el nivel del embalse se mantendrá bajo, a una elevación denominada Nivel de control de inundaciones (Flood Control Level - FCL). Durante este período el caudal afluente se empleará para generar energía. Una vez transcurrida la estación de las lluvias, los caudales bajos con una concentración reducida de sedimentos quedarán embalsados y el nivel del embalse ascenderá al Nivel de reserva normal (Normal Pool Level - NPL).

Se estima que esta gran hidroeléctrica que contendrá 26 generadores de turbina de 700.000 kilovatios cada una, generará una potencia de 84.000 millones de kilovatios hora al año. Esta central transmitirá electricidad al centro de China a través de 500 kilovoltios por conductos de corriente alterna y al este de China a través de 500 kilovoltios por conductos de corriente continua, a la vez que se conectará con las redes eléctricas del norte y sur de China.

El proyecto de las Tres Gargantas mejorará la navegación fluvial en el río Yangtze. Los expertos socioeconómicos prevén un crecimiento progresivo desde la costa al interior gracias a esta mejora de navegabilidad. Desde la ciudad de Chongqing hasta Yichang en la provincia de Hubei, la barcaza de remolque aumentará su capacidad de carga de 3.000 a 10.000 toneladas y el transporte anual de mercancías alcanzará los 50 millones de toneladas.


Problemas

Los problemas, tanto técnicos como sociales, que ha tenido esta presa han sido muchos. Desde los escándalos políticos hasta la crítica a las técnicas utilizadas para la construcción de una presa de estas dimensiones. Por otra parte, no tenemos que olvidar la negativa de las asociaciones ecologistas ante este proyecto de las Tres Gargantas. Pero el problema medio ambiental lo trataremos en otro apartado de forma más detallada.

Corrupción entorno al proyecto

En mayo de 1996, el gobierno de Estados Unidos decidió no contribuir con fondos federales en el proyecto de la presa de las Tres Gargantas en China, debido a que estos proyectos de represas a gran escala para la retención de agua no son ecológica ni económicamente factibles.

Estados Unidos junto con el Banco Mundial y Japón han denunciado y criticado este proyecto desde sus inicios. El volumen de la represa cubrirá una superficie de 1.084 kilómetros cuadrados y aunque Tres Gargantas ha sufrido una serie de problemas de ingeniería y de costos, a lo que más temen los expertos extranjeros es a la corrupción, que a nivel oficial está muy extendida en China. La prensa china, controlada por el Partido Comunista, denunció el año pasado una serie de escándalos en torno a la represa. Han desaparecido un total de 81 millones de dólares. En 1998, por ejemplo, desaparecieron 57 millones del fondo destinado a la reubicación de personas. Otros 24 millones se cobraron de más por un contratista que vendió como nuevos cientos de camiones usados. Sin embargo, esta es la información que sale a la luz pública, pero se teme que la corrupción redunde también en la utilización de materiales de construcción de inferior calidad a la requerida.

La Comisión Mundial de Represas (World Comission on Dams) ha estudiado los cientos de casos que existen en el planeta y ha llegado a la conclusión de que en el caso de las grandes centrales hidroeléctricas (con muros superiores a los 15 metros de altura) no se han cumplido las proyecciones económicas y energéticas que en un principio se estimaban.


Técnicas utilizadas en la construcción

Los ingenieros hidráulicos han denunciado que las técnicas chinas de construcción de presas están desfasadas y son inadecuadas para un proyecto de esta envergadura.

Recuerdan, además, que de los cerca de 87.000 embalses construidos en la República Popular China desde 1950, 3.200 reventaron por deficiencias técnicas o por fallos en su gestión. Un desastre de estas características en la presa de las Tres Gargantas provocaría unos daños incalculables, a parte que el daño ecológico ya está hecho y sería irreparable.

El proyecto se ha tenido que ir modificando según iba transcurriendo las obras debido a los problemas que están teniendo.

Medio ambiente

La presa de las Tres Gargantas, la mayor en el mundo, inundará una gran extensión de tierra. Los ecosistemas que existen en la actualidad desaparecerán, y juntos con ellos las especies que los componen así como las interrelaciones de materia y energía que hay entre ellos. Los graves problemas medioambientales que esta represa causará deben ser analizados y evaluados.

La declaración de impacto ambiental para el proyecto de las Tres Gargantas sobre el río Yangtze no fue aprobada hasta 1992. Para la realización de esta declaración se dividió la zona de estudio en tres áreas diferenciadas: la zona del embalse (incluida la zona de reasentamiento), los tramos medio y bajo del río y el área del estuario. Los principales impactos negativos que salieron de esta evaluación ambiental fueron los siguientes:


La pérdida de vegetación provocará una mayor erosión del suelo en los márgenes del embalse.

El caudal anual de aguas residuales, tanto industriales como urbanas, excede de los 1.000 Hm3. Al embalsar el agua, la velocidad de flujo disminuye y la capacidad de autodepuración disminuye al verse reducida la reoxigenación y difusión.

El proceso de colmatación del embalse por los sedimentos que aporta el río Yangtze. Incluso el cambio de régimen de la aportación de sedimentos podría provocar la intrusión salina.

El embalsamiento del agua afectará al paisaje natural.

La deposición de sedimentos en la cola del embalse provocará un empeoramiento en la calidad del agua y del drenaje.

Ha continuación expondremos con más detalles algunos de los impactos negativos que la persa de las Tres Gargantas causará al medio ambiente.


Problema del cieno

La futura presa se situará entre la municipalidad de Chongqing y la provincia de Hubei, en esta zona se dan con frecuencia corrimientos de tierra y barro, debida a la estacionalidad de las lluvias, lo que provoca una gran erosión del suelo. Esta tierra iría a parar al vaso del embalse, lo que provocaría un empeoramiento de la calidad del agua del mismo.

Científicos y expertos chinos están trabajando en torno al problema de la acumulación potencial de sedimentos o cieno en la represa de las Tres Gargantas. Este problema ha hecho que se haya formado un grupo de especialistas bajo el Comité de Construcción del Proyecto de las Tres Gargantas subordinado al Consejo de Estado, Para hacerse responsable del control del cieno.

Los expertos pronostican que, una vez completado, el embalse de las Tres Gargantas acumulará un promedio de 530 millones de toneladas de sedimentos cada año, algo que constituirá una gran amenaza al funcionamiento normal de la central hidroeléctrica en general.

Los científicos han encontrado una solución que consiste en descargar los sedimentos por unas salidas que se situarían en una parte estratégica del dique.

Se planea construir dos grandes embalses en el curso alto del río Yangtze, en concreto en el río Jinsha, uno de los más turbulentos, para reducir la cantidad de sedimentos que llegan al vaso principal de las Tres Gargantas.

El agua se verterá por 22 agujeros, cada uno de ellos de seis metros de ancho y 8,5 metros de alto, en la parte inferior de la presa de las Tres Gargantas, esto mantendría el caudal ecológico, ayudaría a eliminar el sedimento acumulado y además contribuiría a la autodepuración del embalse.

La cantidad media anual de cieno que ha llegado a la presa se estima en 530 millones de toneladas. Si no se soluciona el problema, la vida útil del embalse se reduciría considerablemente y el río dejará de ser navegable.

El método se ha probado con éxito en la presa Sanmenxia, situada en el río Amarillo. Esta presa construida en 1960, perdió el 62% de su capacidad de almacenaje de agua en cuatro años tras ponerse en funcionamiento. Con la aplicación de este método, la capacidad de la presa ha pasado de 2.210 millones a 3.100 millones de metros cúbicos y se ha mantenido a un nivel superior durante 30

Experimentos simulados en los últimos tres años han demostrado que el método de almacenaje de agua limpia y vertido de agua turbia permitirá a las Tres Gargantas retener más del 90% de su capacidad diseñada incluso después de 100 años.

Vida acuática

Dentro del medio acuático de la zona, encontramos al delfín chino (Lipotes Vexillifer). Esta especie de delfín fluvial también llamado Baiji, fue descubierto en 1914 en el lago Tungt'ina y en la actualidad se encuentra en peligro de extinción. Según las cifras de la IUCN (The World Conservation Union), la población de delfines 'baiji' era de 300 animales en 1985. Pero, entre 1997 y 1999, sólo se contó entre 21 y 23 delfines de este tipo en el Yangtze.

Otra especie que se verá afectada por la construcción de esta presa es el esturión chino. Esta especie en extinción es conocido como un fósil vivo ya que es uno de los vertebrados más viejos del mundo, ha existido durante más de 200 millones de años. Esta especie migratoria desova en los tramos medios del río Yangtze. Ya con la construcción de la presa de Gezhou ya supuso una barrera física para el esturión, cuando se reduzca el caudal por la presa de las Tres Gargantas, reducirá el área útil para los huevos fertilizados.

Calidad del agua

La calidad del agua embalsada por la persa Tres Gargantas se podrá ver afectada por la contaminación generada por las ciudades que se asientan en los márgenes del río Yangtzé.

Además hay que tener en cuenta que el agua embalsada anegará ciudades enteras, con sus cementerios y sus vertederos. Esto podría ser otra fuente de contaminación del agua.

El problema de los sedimentos o cieno comentado anteriormente es un aspecto que se tendrá que tener en cuenta e intentar solventar de la mejor forma posible, puesto que el aporte de materia sólida al embalse no sólo influirá en la calidad del agua, si no que también puede llegar a colmatar la presa antes de lo previsto.


Erosión del suelo

Las imágenes de satélite nos muestran los cambios que ha sufrido la zona donde se va a realizar la presa de las Tres Gargantas (en el centro de ambas imágenes). Se puede apreciar como se ha visto reducida la vegetación en ese área, quedando el suelo desnudo (color rosa), intensificándose la erosión en esas zonas, que de por sí ya tenía una erosión alta.

También se puede apreciar como han aumentado las zonas edificadas convirtiendo un paisaje de tierras de cultivo y bosque de matorral en u paisaje artificial.

Los arquitectos son los políticos más listos

Entrevista publicada en el país el 4 de agosto del 2007,
Por Anatxu Zabalbeascoa.

Cuando Deyan Sudjic (Londres, 1952) se dio cuenta de que jamás sería un gran arquitecto cambió los plazos largos de la construcción por la inmediatez del periodismo. Crítico de arquitectura en The Observer, fundó la mítica revista Blue Print y dirigió la italiana Domus. Hoy es, además, director del Design Museum de Londres, junto a Tower Bridge, en la renovada orilla sur del Támesis. Allí habla de su polémico ensayo La arquitectura del poder (Ariel), en el que sostiene que la arquitectura nunca cambia, que siempre tiene que ver con lo mismo: el poder, la gloria, el espectáculo, la memoria, la identidad y las preguntas primordiales.

PREGUNTA. ¿La arquitectura tiene que ver hoy con lo mismo que hace 2000 años?

RESPUESTA. Es cierto que hoy las cosas suceden antes. Hay más gente y nos movemos más. Pero no es algo novedoso. Tampoco lo es la globalización. La gente siempre se ha movido. Las ciudades son más antiguas que los países. Londres existió mucho antes que Inglaterra. Alejandría era hace 2000 años una ciudad con judíos, latinos y árabes. Y eso, para mí, es la condición contemporánea.

P. Usted dice que casi todos los políticos terminan por usar a los arquitectos. ¿No se da también el caso contrario?

R. Los arquitectos son los políticos más listos. Aunque los hay tontos. Todos los políticos buscan el efecto Guggenheim. Es un hecho. Pero bueno, uno escribe un libro y exagera para transmitir una idea.

P. ¿Ha exagerado mucho?

R. No. Alguien lo describió como una mezcla de cotilleo e investigación. La mayoría de los historiadores de la arquitectura no dan relevancia a ciertos factores contextuales. Mi objetivo no era tanto describir edificios sino explicar qué los hace posibles.

P. En su libro menciona a Hitler como inventor del efecto Guggenheim. ¿Lo hace con cinismo?

R. No. Me sorprendió leer en el diario de Speer [el arquitecto del Tercer Reich] cómo el ministro de finanzas pedía en 1934 moderación en el gasto y Hitler decía que no se le hiciera caso: que llegarían los americanos y verían el proyecto para el nuevo Berlín. Pero el origen de ese fenómeno está en las aldeas de la Toscana, que organizaban el turismo religioso en torno a las reliquias de los santos. La idea de crear un sitio aparentemente mágico se basaba ya en la certeza de que llegarían los visitantes.

P. Nunca ha habido tanta arquitectura, y tan visible, hecha por tan pocas personas. ¿Cuál es el peligro?

R. Muchos: quien compra una firma y no un proyecto puede acabar adquiriendo una caricatura. El trabajo que se hace con prisas no puede ser bueno.

P. ¿Cree que lo que ocurrió en el mundo del arte, que los críticos debían decir lo que estaba bien y lo que no, está comenzando a pasar en la arquitectura?

R. Las cosas se ven diferentes cuando sabes quién firmó el cuadro. Norman Foster tiene un estudio de 900 personas. Zaha Hadid está en 250 y eso cambia las cosas. Y supongo que Moneo todavía trabaja con 25. Es una elección. Pero parece que no puedas decir que no. La caravana de arquitectos se ha trasladado de Pekín a Dubai. Lo siguiente será Kazajistán. Te preguntas por qué la gente dice sí.

P. ¿Serían más felices siendo 25?

R. Sería una buena pregunta. Algo cambió cuando desapareció la división entre los arquitectos del círculo cultural y los comerciales. Hace 25 años, los arquitectos de los que hemos hablado no hubieran construido torres de oficinas en Londres sino bibliotecas, museos y vivienda social para zonas en desarrollo.

P. ¿Y cuál es el precio por construir tanto?

R . Foster, cuando era algo más joven, firmó obras maestras que lo convirtieron en un genio. El Banco de Hong Kong & Shanghai, por ejemplo. Ahora, te asomas a la ventana y ves diez proyectos de Foster. Ninguno es malo. Todos son bastante buenos. Pero él, en determinado momento, tuvo que tomar una decisión: ¿Quiero ser bastante bueno o sobresaliente?

P. ¿Qué será lo siguiente en arquitectura? ¿Qué viene tras el star system?

R. Nos acercamos a una época de arquitectura austera. Los estudiantes vuelven a valorar el trabajo pegado a la tierra que hicieron los Smithson.

P. Su libro sale ahora en chino, pero censurado, sin el capítulo sobre la plaza de Tiananmen.

R. Sí, y no sabía si publicarlo o no.

P. ¿Por qué accedió?

R. No quiero que me prohíban la entrada en China. Es demasiado interesante lo que está sucediendo.

P. ¿China es hoy la tierra de las oportunidades o territorio de gánsteres, el Chicago del siglo XXI?

R. Eso es Moscú, donde no tienen interés en ningún sistema legal. La mujer del alcalde es una de las mayores constructoras de la ciudad, pero la tragedia es todo lo que están destruyendo. Pekín es otra cosa. Si hoy lanzara una revista de arquitectura lo haría en Pekín. Está ocurriendo tanto y tan rápido que estar allí cuatro años significa ver cambiar el mundo. La primera vez que fui, hace quince años, sólo había camiones con verduras y el aeropuerto era como un refugio. He ido seis veces y cada vez es un sitio diferente. El boom de la construcción es también el agujero negro por el que el mundo está desapareciendo. Supongo que el partido comunista sabrá reconocer una situación prerrevolucionaria, porque eso es lo que tienen allí.

P. ¿Y qué es Dubai?

R. Un intento interesante de cambiar la perspectiva del mundo. En Dubai hablan de estar a medio camino entre Bombay y París. Se está creando un mundo que tiene también otros centros. Allí ves todo tipo de extravagancias -un salto de esquí en medio del desierto y cosas así- y no ves muchos árabes, sino indios, iraníes, chinos. Es una cultura híbrida que aprende de Singapur, la primera ciudad-Estado contemporánea junto a Hong Kong. Hacen lo mismo que ellos. Primero, fundar una línea aérea. Luego, invertir en guggenheims.

P. "El problema de los rascacielos", escribe usted, "es que no sabemos qué pensar de ellos. Y que las torres más altas del mundo se construyen ahora en ciudades que no sabríamos ubicar en el mapa". ¿Cómo va a cambiar esto el mundo?

R. El cambio puede verse ya en las ciudades europeas. Hace veinte años hubiera sido imposible hacer rascacielos en Londres o en Barcelona. La gente se acostumbra a que las ciudades tengan un aspecto y cuesta cambiarlo. Creo que el alcalde de Londres fue a Pekín y vio que primero habían construido el perfil de la ciudad y luego comenzaron a crear puestos de trabajo. E importó el modelo.

P. De modo que nos copian y les copiamos la copia.

R. Sí. La arquitectura se propaga como la gripe aviar. Un rascacielos es una idea muy básica. También el Guggenheim. Se levantan esos edificios para mejorar las ciudades, pero el objetivo es que los fabricantes no se vayan a otro sitio.

P. ¿Hay algún peligro en mezclar lo local con lo universal?

R. Una vez le pregunté a Enric Miralles por qué algunas culturas producen buena arquitectura y otras no. Me respondió que era como las setas en el sótano: pones una y el resto crece solo. Algunas culturas producen una cultura arquitectónica propia. China va camino de hacerlo. Japón lo hizo hace años. Finlandia la tiene. Y Cataluña. Austria también pero Alemania no. Los grandes arquitectos ejercen una sombra sobre los demás, pero sirven de estímulo. Piense en lo que Barragán hizo por México. Los buenos arquitectos hacen que una cultura lejana pase de la periferia al centro.

P. ¿Y qué hace a un buen arquitecto y a un buen edificio?

R. La capacidad para entender las cosas de otra manera, trabajo duro, autenticidad. Lo realmente malo en arquitectura es lo que no puede cambiar: viviendas sociales que no admiten variaciones, oficinas que no pueden alterarse. Los almacenes del siglo XIX son hoy magníficos museos o viviendas. Las ciudades que sólo pueden crecer de una manera son malas. Las que pueden cambiar y adaptarse son las buenas.

Barcelona y su urbanismo

Barcelona y su urbanismo

Exitos pasados, desafíos presentes, oportunidades futuras.

Por Jordi Borja



En Barcelona, la ciudad es la calle

En la ciudad lo primero son las calles y plazas, los espacios colectivos; luego vendrán los edificios y las vías. El espacio público define la calidad de la ciudad, porque indica la calidad de vida de la gente y la cualidad de la ciudadanía de sus habitantes. El hermoso libro de Allan Jacobs -The streets of the cities- analiza precisamente las ciudades a partir de la calidad -estética y cultural, funcional y social, simbólica y moderna- de sus calles. Entre las cinco primeras se incluyen dos avenidas de Barcelona, las Ramblas y el Paseo de Gracia. Fantástico para un barcelonés, que sin embargo no puede olvidar que en los años sesenta el mal llamado urbanismo desarrollista estuvo en un tris de hacer desaparecer estos paseos urbanos para convertirlos en vías rápidas. Por fortuna la ciudadanía resistió y los nuevos rumbos de los años ochenta nos devolvieron la cultura de Cerdà, el urbanista de la cuadricula que declaró: "en la ciudad las calles no son carreteras" y la priorizacion de los espacios públicos como estrategia de "hacer ciudad sobre la ciudad".

Barcelona se ha convertido en algo más que una moda, aunque no sería exacto considerarla un "modelo" transferible a otras ciudades. Por suerte cada ciudad es diferente y debe apostar por su diferencia, siempre que ello no se parezca al conservador sarnoso de Juan de Mairena, que quería conservar la sarna. Barcelona es hoy en el mundo una ciudad deseable. Para el bien de esta ciudad conviene evaluar qué la ha convertido en deseable, los efectos –perversos incluidos- de este deseo y si el camino emprendido mantendrá el deseo o no. Y para el bien de otras ciudades es preciso ver si los mismos conceptos son aplicables y tienen efectos similares en otros contextos. Y cuáles son los resultados de políticas de signo contrario. Y los límites o las dificultades para continuar en Barcelona mismo las políticas urbanas "made in Barcelona".

A finales de la década de los ochenta Barcelona recibió el premio Príncipe de Gales por su política de espacios públicos. Y a principios de los noventa la Unión Europea premió su planeamiento estratégico. Se premian dos aspectos de la política urbana barcelonesa que han sido particularmente influyentes en otras ciudades. Pero este "urbanismo ciudadano", que se llamó "Modelo Barcelona" y ha tenido indiscutiblemente una influencia internacional apreciable, hoy se pone en cuestión. Veamos primero la génesis del presente urbano para evaluar sus efectos queridos y no queridos y apreciar las diferencias con las directrices actuales del urbanismo barcelonés.


La estrategia de los espacios públicos

Los espacios y equipamientos públicos fueron la gran estrategia de los ochenta. Se pusieron en marcha unas 300 operaciones, de muy diferentes escalas, la mitad de las cuales eran de espacios públicos abiertos, y la gran mayoría se realizó en muy pocos años. ¿Por qué es preciso calificar esta política de estrategia? Porque en todos estos proyectos, en menor o mayor grado, se encontraban cinco elementos que configuraban una estrategia global de desarrollo urbano.

Una estrategia social ante todo. Encender alguna luz en todas las áreas de la ciudad. Dar una respuesta positiva a la importante demanda social de los movimientos públicos. Una política que fue posible mediante la obtención de suelo para espacios públicos y equipamientos colectivos. La base de ello fue un planeamiento metropolitano que limitaba las posibilidades de desarrollos especulativos (el cambio de uso de las áreas industriales o infraestructurales obsoletas priorizaba su conversión en equipamiento o espacios públicos) en un periodo, además, de relativamente débil presión del mercado y de cambio de la base económica.

Luego, en un marco de reactivación económica, los grandes proyectos infraestructurales incorporaron una dimensión redistributiva y no simplemente funcionalista (véase por ejemplo el diseño de las Rondas). La concepción del espacio público tenía como objetivo facilitar un uso social intenso y diverso, promover actividades e incitar la presencia de nuevos colectivos humanos, y pretendía garantizar el mantenimiento y la seguridad ciudadana futura de estos espacios.

Otro elemento estratégico se apunta en lo anterior: la multifuncionalidad de los proyectos, la voluntad de resolver con una acción varios problemas, de responder a una diversidad de demandas, de prever la posibilidad de nuevos usos futuros, de facilitar la reconversión. La multifuncionalidad a su vez influye positivamente en la mixtura social: por ejemplo, la concepción de la Villa Olímpica como una gran operación de espacio público y equipamientos, la playa, parques y jardines, puerto deportivo como área lúdica, de bares y restaurantes, equipamientos deportivos y culturales, etc., pero también como vivienda (aunque falte, nos parece, densidad y diversidad de población) y como área atractiva para empresas de servicios avanzados, de terciario de cualidad.

Un tercer elemento estratégico es el impacto sobre el entorno de estas actuaciones, el efecto metastásico, que se pretende conseguir tanto con campañas como Barcelona posa-t guapa y pequeñas operaciones de acupuntura urbana, hasta con grandes proyectos concebidos como ancla o eslabón para propiciar una dinámica transformadora del entorno o de toda una área (por ejemplo la citada Villa Olímpica y frente de mar, o la operación Sagrera-Meridiana apoyada en la estación de tren de alta velocidad). Este impacto es tanto urbanístico como económico: la mejora de los entornos supone inversión, creación de empleo, mayor atractivo, etc.

Cuarto elemento estratégico: la calidad del diseño, la monumentalidad, el afán de dotar a estas operaciones de elementos diferenciales, con atributos culturales, simbólicos, que le dan potencial de integración ciudadana y que proporcionan al área un plus de visibilidad o de reconocimiento social respecto al conjunto de la ciudad.

La estrategia urbana de espacios y equipamientos públicos pudo incorporar elementos de continuidad urbana que tienen su base principal en la trama cuadriculada del Ensanche prolongada hacia las actuales áreas de desarrollo hacia el Este (Besós) y por medio de las grandes avenidas metropolitanas (Diagonal, Meridiana, Gran Vía). Este elemento de continuidad de los ejes y de los tejidos es lo que parece más cuestionado actualmente. No sólo en el nivel metropolitano, lo cual sería más explicable por el tamaño mayor de la escala y la dificultad de articulación de morfologías distintas en un ámbito supramunicipal. La construcción de la ciudad metropolitana plantea desafíos ante los cuales debemos reconocer que la cultura urbanística tiene respuestas insuficientes y sujetas a experimentación. Pero en campos más limitados y conocidos también aparecen rupturas discutibles o mal integradas en la propia ciudad (Barcelona 2000, ahora Portal del Coneixement al oeste y Diagonal Mar al este).

Por último, el quinto elemento estratégico es el muy citado efecto de promoción de la ciudad, de marketing urbano, que ha tenido el urbanismo barcelonés. Atracción de profesionales e inversores, publicitado por los medios a nivel internacional, el diseño urbano y la arquitectura, la animación ciudadana y la oferta lúdica y cultural han hecho de Barcelona una ciudad de conferencias, ferias y congresos y que ha encontrado en el turismo una potente base "industrial" que no se podía sospechar hace veinte años.



¿Planeamiento o estrategia?

A veces, especialmente en ámbitos internacionales, el éxito del urbanismo barcelonés se hace depender de la falta de planeamiento (proyectos sí, planes no). O de haber "inventado" o desarrollado más que cualquier otra ciudad un nuevo tipo de planeamiento, el estratégico. Cuando no de la genialidad de algunos líderes políticos o arquitectos o urbanistas. Algo hay de verdad, pero no es toda la verdad, en estas conclusiones simplificadoras. Este algo de verdad puede llevar fácilmente tanto a conclusiones inexactas respecto a Barcelona como a propuestas poco adecuadas para otras ciudades.

Es cierto que tanto en la transición (1976-79) como en la década democrática que siguió se puso el acento en los proyectos, en las actuaciones inmediatas y no en la redacción de un cuadro normativo tipo plan general o regulador. Pero también es cierto que se daban unas circunstancias que garantizaban una cierta coherencia de estas actuaciones y que se disponía de un instrumental urbanístico que permitía una potente actuación pública (suelo calificado como equipamiento o espacio público, facultades expropiatorias, etc.). Citemos como circunstancias favorables:

* La existencia del Plan General Metropolitano, muy favorable a la conversión de áreas o edificios obsoletos (infraestructuras, industrias) en equipamientos colectivos y espacios públicos y la existencia de un patrimonio de suelo público o de reserva para estos usos.
* La elaboración de PERIS (planes especiales de reforma interior) y de programas de actuaciones inmediatas, así como de estructuras municipales descentralizadas, que permitieron recoger las demandas sociales prioritarias e iniciar respuestas adecuadas a las mismas y que se inició en la transición y continuó en los primeros años de la democracia. Luego, en los años ochenta se empezó a estructurar un marco político-jurídico concertado con las organizaciones sociales, colectivos profesionales, y a veces agentes económicos, en todos los barrios en que parecía más necesario una acción de "hacer ciudad sobre ciudad". La descentralización del "urbanismo local" y de los programas sociales y culturales en los distritos (1983-86) contribuyó a consolidar este "urbanismo ciudadano" que ha caracterizado a la ciudad de Barcelona.
* El consenso cívico sobre los grandes proyectos que requería la ciudad. Un consenso generado en los años setenta y en el que participaban los liderazgos culturales, sociales y políticos e incluso los sectores cultos del empresariado, lo cual permitió un relativamente fácil acuerdo tanto sobre las actuaciones inmediatas como los grandes proyectos de finales de la década de los ochenta y que se expresó en el primer Plan Estratégico.

Nos referimos a actuaciones tan diversas como:

- Las rondas y una concepción ciudadana de las infraestructuras

- El frente de mar y la recuperación urbana del Port Vell

- La regeneración de Ciutat Vella y la mejora y el mantenimiento de la mixtura del Ensanche

- Las nuevas centralidades terciarias y de renovación de la actividad económica (Vall d’Hebrón, Poble Nou más tarde) con vivienda incluida

- Las nuevas infraestructuras económicas (Feria, Palacio de Congresos, Parque tecnológico), turísticas (hoteles especialmente) y culturales (Museos, Auditorio, Mercat de les Flors, etc.)

- La ampliación de la red del metro y su articulación con el sistema ferroviario regional y el tren de alta velocidad y la prioridad al transporte público en la ciudad central

- La ampliación del puerto y del aeropuerto y la creación de una zona de actividades logísticas articulada con el sistema ferroviario

- La sutura de la relación ciudad y primera corona periférica mediante la continuidad de los ejes urbanos, la mejora de los elementos de conectividad y la ubicación de equipamientos de centralidad y espacios públicos de calidad

- La urbanización controlada y respetuosa del medio ambiente de los cauces de los dos rios verdaderos límites naturales de la aglomeración al norte y al sur

- Los túneles (de Vallvidrera y el muy discutible de Horta) y la articulación con la conurbación del otro lado de la Sierra, de fuerte tradición industrial, pero también con municipios de fuerte personalidad política y cultural

- La concepción de una ciudad-región policéntrica de ámbito metropolitano muy superior al de la aglomeración barcelonesa (600 km² la aglomeración, con 3 millones de habitantes, similar a la ciudad de Madrid, mientras que la región metropolitana integra más de 150 municipios, 4 millones de habitantes en 3.000 km²). Este consenso metropolitano fue roto por el gobierno de la Generalitat con Jordi Pujol, que disolvió la Corporación, no se integró en el Plan Estratégico y durante veinte años ha paralizado de facto la existencia de un planeamiento regional .

Estos elementos, como hemos dicho, caracterizaban una cultura urbanística con una base amplia de aceptación y que contaba con el PGM, los PERIS y los instrumentos usuales de la gestión urbanística para ser operativa. Y un contexto político favorable. Podía faltar el dinero y las competencias para iniciar todos los grandes proyectos, pero no el planeamiento básico indispensable para una potente acción pública, aunque limitado al ámbito municipal. En estas dos décadas pasadas se ha perdido la oportunidad de pensar la ciudad metropolitana. En la ciudad central se sabía lo que se debía hacer, cómo hacerlo y cuáles eran las demandas sociales. En la ciudad metropolitana hay que conocer mejor las dinámicas y, sobre todo, inventar las propuestas.

Hay que considerar también el interesante papel interpretado por parte de los movimientos críticos de los setenta, tanto de los sectores profesionales y culturales como de los sociales o vecinales, aunque también limitados al ámbito de la ciudad central y de cada barrio. Se habían precisado múltiples demandas sobre equipamientos, espacios públicos, renovación urbana de cascos deteriorados, mejoras de accesibilidad y de cualidad urbana de barrios populares, recuperación como espacios de ejes viarios que creaban verdaderas murallas de autos, reconversión de edificios o áreas obsoletas, etc. No era muy necesario hacer grandes estudios para saber lo que se debía y se podía hacer. Para empezar: "no es hora de hacer planes, sino plazas" recuerdo haber propuesto en una reunión con responsables de urbanismo de diversas ciudades catalanas, en 1979. Una metáfora: la prioridad es el espacio público. Si uno de los principales orientadores del urbanismo de la Barcelona de los ochenta, Oriol Bohigas, pudo decir con razón "nuestro acierto es que no hemos hecho planes sino proyectos", es porque disponíamos del marco y del instrumental para hacerlos bien. No hay que olvidar que en realidad nunca se desvinculó el planeamiento de los proyectos (el urbanista Joan Busquets fue precisamente director de planeamiento en la década de los ochenta, junto a Bohigas). El libro-memoria que se realizó bajo la dirección de Bohigas se titulaba precisamente Planes y proyectos de Barcelona.

¿Y qué fue del Plan Estratégico? El Plan Estratégico vino después, se empezó a pensar en 1988, cuando los grandes proyectos estratégicos, muchos de los cuales tenían como horizonte el `92, se estaban ejecutando, diseñando o discutiendo. En Barcelona las estrategias y las actuaciones precedieron al Plan Estratégico. Pero no por ello fue superfluo. Planteó los objetivos económicos, sociales y culturales de las políticas urbanas en el contexto europeo y en el marco de la globalización. Y de esta forma contribuyó a concretar y defender ante las otras administraciones públicas y los actores privados los grandes proyectos físicos, transformadores de la ciudad, y a crear un ambiente movilizador, participativo y optimista entre la ciudadanía. El plan estratégico aportó elementos positivos novedosos, como son:

* Crear una estructura permanente de encuentro entre administraciones públicas, organizaciones económicas, profesionales y sociales y sectores culturales e intelectuales.
* Legitimar y dar apoyo ciudadano a los planes y proyectos en curso, sobre todo para darles continuidad más allá de los mandatos electorales y del horizonte de los Juegos Olímpicos de 1992 y debatir y proponer nuevos proyectos fuertes para la siguiente década.
* Propiciar un debate ciudadano, público y abierto sobre objetivos, actuaciones y procedimientos en un contexto en el que los intereses particulares y corporativos perdían legitimidad ante los objetivos y los valores cívicos que orientaban la política urbana.

El Plan Estratégico tuvo el mérito de superar la melancolía ambiental post `92 y sobre todo de mantener en todo momento un punto de vista metropolitano que se concretó diez años después, cuando a inicios del siglo XXI se empezó a elaborar un Plan Estratégico metropolitano con la participación de más de 30 municipios de la aglomeración barcelonesa y unas 300 entidades sociales, económicas y culturales.



Los límites del "modelo" barcelonés

En los inicios de la década de los ochenta se dieron un conjunto de factores que propiciaron la construcción de un paradigma urbanístico ciudadano, como fueron:

- La acumulación "cultural" urbana, crítica y propositiva, que se dio en la ciudad en las décadas anteriores, los años sesenta y setenta, la hegemonía de valores cívicos, los acuerdos básicos sobre los objetivos y actuaciones urbanas pendientes.

- Las victorias políticas sucesivas de un bloque de fuerzas que incluían el centro-izquierda y la izquierda institucional y la posibilidad de acuerdos con el centro derecha nacionalista catalán sobre los grandes proyectos.

- La movilización social de los barrios, que encontró en la descentralización una salida eficaz merced a la creación de Distritos dotados de personalidad política y cultural, y de estructuras técnicas y administrativas, que implementaron respuestas locales a las demandas sociales y mecanismos participativos.

- El dinamismo social y cultural generado por la democracia reciente reforzada por la autonomía catalana que tenía su pivote en la capital, Barcelona.

- La reactivación económica de los ochenta y el saneamiento financiero de los Ayuntamientos a partir de 1983.

A estos factores se añadieron dos más que fueron decisivos y suficientemente conocidos: la oportunidad excepcional de la organización de los Juegos Olímpicos de 1992, que permitió saltar de los proyectos medianos a los grandes manteniendo su vocación ciudadana, y el potente liderazgo político de la alcaldía, que estimuló y unificó un amplio consenso cívico.

Pero todos estos factores tienen un tiempo de vida limitado y es lógico y probable que veinte años después se hayan debilitado y perdido parte de su eficacia o que su propio éxito haya generado también efectos perversos o no deseados. Y es aún más obvio que los nuevos retos que enfrentan hoy las ciudades y, en el caso de Barcelona, la necesidad de dar respuestas coherentes y poderosas de ámbito metropolitano, requieren innovar en cuanto a políticas, instrumentos, instituciones y cultura urbanística.

Los límites del famoso modelo y la necesidad de renovarlo son perceptibles:

* La dificultad de avanzar acuerdos sobre grandes proyectos entre las administraciones públicas (Estado, Generalitat, Ayuntamiento). La falta de acuerdo puede referirse a la localización y a la urgencia (como el nuevo Zoo), a la concepción del proyecto (estaciones y trazado del tren de alta velocidad), a su desarrollo (Delta), al calendario de realización (Metro, aeropuerto), a la financiación (equipamientos culturales), etc. Puede entenderse, pero no justificarse, la dificultad que encontraba el Ayuntamiento en el Gobierno del Estado, que además de su orientación derechista priorizaba hasta el absurdo la inversión pública en Madrid. Es menos explicable el desencuentro permanente entre la ciudad y el gobierno catalán. Incluso el acuerdo formal sobre el 2004 solo se ha conseguido sobre la base de la inconcreción de los proyectos urbanos, y los que se han concretado y puesto en vías de ejecución (Fòrum 2004, 22@) han sido asumidos por el gobierno de la ciudad. No fue así en los ochenta cuando se acordó un catálogo de grandes proyectos para el 92 entre Estado, Generalitat y Ayuntamiento.
* La falta de una política ambiciosa de Barcelona respecto a la aglomeración y respecto a las ciudades de la región metropolitana, por lo menos hasta inicios de los años 2000. La puesta en marcha del citado Plan Estratégico Metropolitano en el 2002 parece iniciar un camino más coherente. Aunque todavía se manifiestan, tanto en Barcelona como en otros municipios de la región, reticencias o temores ante el dinamismo de la capital o de otras ciudades, cuando debería verse como un hecho positivo. La cultura urbanística acumulada y consensuada estaba pensada en y por Barcelona ciudad. Ahora empieza a faltar un proyecto ciudad (ciudad de ciudades) para la región metropolitana o quizás para toda Cataluña e incluso ámbitos más amplios. El primer Plan Estratégico proponía una macroregión europea que englobara Valencia, Barcelona, Montpellier, Toulouse..., pero no se ha avanzado casi nada en esta dirección.

Como consecuencia de lo anterior, los grandes proyectos en curso o en discusión que se sitúan necesariamente en los bordes de la ciudad o fuera de su término (aeropuerto y puerto, Besós y 2004) se plantearon desde una visión casi siempre centrípeta, desde el barcelonacentrismo, lo cual no sólo limita la ambición de los proyectos, sino su misma viabilidad política. El horizonte 2004 no tuvo la fuerza ni la coherencia del `92 y el riesgo de repetir más Sevilla 92 que Barcelona `92 es grande: un probable éxito efímero, promocional, que no es despreciable pero que la ciudad no necesita como antes, y una construcción deslavazada o escasamente reequilibradora de la ciudad metropolitana.




¿Del urbanismo ciudadano al urbanismo de los negocios?

No se puede entender el urbanismo actual sin considerar los efectos no queridos o perversos de las políticas públicas de los ochenta y primeros años noventa. La importante cualificación de la oferta urbana, tanto en lo que se refiere a espacios públicos y equipamientos en prácticamente todas las áreas del término municipal como el salto en cuanto a áreas de centralidad y grandes infraestructuras, hizo a la ciudad mucho más atractiva para la residencia de sectores de altos o medios ingresos y sobre todo para el terciario de calidad. La ciudad no perdió su atractivo en cuanto a vitalidad urbana, al contrario, lo aumentó por la ampliación de las calles animadas, la multiplicación de los lugares de monumentalidad y el enriquecimiento de la oferta cultural y turística.

A pesar de actuaciones exitosas como las rondas, la congestión de las áreas centrales también aumentó, y en un término municipal casi agotado, los precios del suelo y de la vivienda se dispararon. El cambio de la base industrial a la nueva economía se realiza liquidando gran parte de la trama y del patrimonio arquitectónico heredado de los siglos XIX y XX, mientras que el aumento desproporcionado del precio de la vivienda tiende a expulsar la población joven, que no puede así beneficiarse de la nueva calidad urbana de los barrios de sus padres.

El urbanismo de promotores y de negocios tiende a suplantar el urbanismo ciudadano y redistributivo que define el "modelo" barcelonés. Sin duda alguna, las políticas públicas no han abandonado en su cultura y en el planteamiento de muchos de sus proyectos los elementos principales del "modelo", pero en muchos casos tienden a plegarse a los intereses privados. El importante esfuerzo inversor de finales de los ochenta y principios de los noventa generó altos costes de amortización y también de mantenimiento, lo cual llevó al gobierno municipal a ofrecer después del `92 al sector privado sus new projects, es decir, áreas de la ciudad susceptibles de grandes proyectos complejos y lucrativos para el sector privado, siempre que asegurara algunas cesiones para uso público, así como el mantenimiento posterior de los edificios y su entorno. Una propuesta que en algunos casos corre el riesgo de abrir la puerta a la venta de la ciudad al mejor postor.

La iniciativa privada hoy tiene un dinamismo que no tenía en el pasado. Es un buen signo para la ciudad, pero que comporta un riesgo serio de desnaturalización del modelo urbanístico barcelonés. Este modelo, apoyado en una tradición que se remonta a los planes de Cerdà y Jaussely, a las posteriores propuestas no realizadas del plan de Le Corbusier o Macià de los treinta, a la cultura urbanística de los sesenta y setenta, se basa en: los espacios públicos, la continuidad de los ejes urbanos, la mixtura social y funcional de todas las áreas de la ciudad, la diversidad y la accesibilidad de los centros, el equilibrio residencial y amplio en las distintas zonas, la prioridad al transporte público y la diferenciación arquitectónica y monumental en el marco de una trama básica homogénea y vocacionalmente igualitaria. Pues bien, hay síntomas evidentes de que la fuerza de la iniciativa privada y la debilidad de un proyecto global público están rompiendo este modelo. Si la rectificación del campo del Español pudo considerarse un accidente puntual entre una fuerte presión privada que podía apoyarse en la demagogia para obtener apoyos sociales, proyectos más recientes, de mucha mayor escala, representan un riesgo mucho mayor. El Proyecto Barcelona 2000, promovido por el poderoso Fútbol Club Barcelona (un enorme parque temático en un área equilibrada de la ciudad y próxima al centro), que sería un proyecto interesante probablemente fuera del territorio municipal, no era un buen proyecto para la ciudad compacta y central de la aglomeración. Su aprobación inicial mostró la debilidad de la visión de ciudad metropolitana adecuada a nuestra época, y la nueva versión, Portal del Conocimiento, aunque menos escandalosa que la anterior, es de todas formas poco metropolitana, a pesar de situarse en el borde de la ciudad. Como tampoco es coherente el diseño urbano de algunas de las grandes operaciones en Diagonal Mar, que rompen la trama de la cuadrícula y la continuidad de los ejes urbanos para volver al urbanismo de torres aisladas y de espacios colectivos privatizados, que recuerda más los campus suburbanos que la ciudad densa en la que está (mal) insertado. Y por lo menos hay que plantearse algunas dudas sobre otras operaciones rupturistas de los equilibrios alcanzados, como algunos macroproyectos en el Port Vell o parques temáticos en Nou Barris. Mientras tanto, la gran operación reequilibradora en el este, el eje Meridiana/Sagrera, avanza lentamente y algunos de sus desarrollos futuros, especialmente el eje verde y la cobertura de las vías parecen inciertos, o demasiado dependientes de la vocación especulativa del Ministerio de Fomento. El riesgo es que la ciudad central se convierta mitad en productos singulares resultantes del urbanismo especulativo y mitad en parque temático supuestamente adaptado a la globalización y al reto competitivo, mientras que el resto de ciudad metropolitana será un nuevo suburbio de fragmentos (unos "incluidos" y otros "excluidos") en medio de un espacio lacónico que se impondrá a la diversidad de centros que la historia nos ha dejado y que pugnan por ser, al contrario, elementos nodales y significativos de la ciudad-región.




El debate urbanístico: desafío político-cultural y conflicto social. El modelo en cuestión

El urbanismo actual, el predominante y más novedoso, no es una simple continuidad del urbanismo ciudadano de los ochenta y principios de los noventa, lo cual a priori es una buena cosa, pues aquél correspondía más a intervenir sobre la ciudad hecha y deshecha que a dar el salto que corresponde a la ciudad metropolitana actual. Pero, si bien es cierto que no todo lo que tiene historia es bueno, tampoco la modernidad es garantía de calidad.

El punto de inflexión que se expresó a partir de 1994 con los new projects tiene su manifestación más visible en los proyectos del este de la ciudad, verdadero test del nuevo urbanismo barcelonés. Y lo que se nos muestra nos recuerda demasiado la ciudad "genérica".

Este nuevo urbanismo que emerge físicamente a finales de siglo XX no es fácil de evaluar ahora, por su carácter embrionario, por su voluntad de apertura a diversas posibilidades de desarrollo y por situarse en una escala y en una trama de "ciudad por hacer" más que de hacer ciudad sobre la ciudad. Sin embargo, a partir de los elementos visibles existentes, especialmente en las áreas más emblemáticas, Diagonal Mar-Fórum 2004 y Plaza de las Glorias-nuevo eje cultural, se puede por lo menos plantear algunas dudas sobre el "nuevo modelo".

Nos encontramos ante un urbanismo que fragmenta el territorio. Es muy perceptible en el área Besós: Diagonal Mar (el nuevo barrio, del antiguo no se habla) es un ghetto para sectores medio-altos; cada uno de los barrios populares se trata por separado (La Mina -por ahora se deja de lado su conexión con el resto-, La Catalana, Barrio Besós); dos áreas no construidas se califican siguiendo el zoning más tradicional, como viviendas de promoción privada: Llull-Taulat (se discute la proporción de viviendas de protección oficial) y como campus universitario, la zona colindante con la Ronda. Este urbanismo fragmentado es la cara física de una nueva segregación social, en vez de buscar la mixtura (como hay que reconocer que por lo menos se intenta en el 22@ del Pueblo Nuevo y en la propuesta del equipo Rubert-Parcerisa para la zona de viviendas).

La arquitectura se impone al urbanismo de la misma forma que el formalismo urbanístico se impone a los contenidos y los usos sociales. La arquitectura de "objetos singulares" de los arquitectos del star system es la cara "artística" de los productos aislados del urbanismo de los negocios. Son los promotores los que finalmente decidirán las formas y los contenidos de las operaciones resultantes. Lo que ya es visible en la zona Besós-Diagonal Mar-2004 y en Plaça de les Glories no lo es tanto en el Poble Nou y en La Sagrera-Meridiana. Es una razón importante para analizar críticamente estas primeras operaciones, realizadas para el 2004, para que la experiencia permita eventualmente corregir los tiros en las de desarrollo más lento (22@ y estación AVE).



El desafío metropolitano

Es el gran desafío de la Barcelona actual. Las cifras pueden ser espectaculares (ver los trabajos de Manuel Herce y de Francesc Muñoz). En los últimos veinte años se urbaniza tanto suelo en la región metropolitana como en toda la historia anterior, sin que la población haya aumentado. Es cierto que la tendencia a la reducción de la familia se ha acelerado (si se mantiene la tendencia en el 2010, se puede llegar a menos de una persona por vivienda, es decir, quizás a un cuarto o un tercio de viviendas vacías). Un tercera parte de las viviendas que se han construido son unifamiliares, el adosado configura hoy una parte importante del paisaje metropolitano (en los municipios de menos de 10.000 habitantes la nueva vivienda unifamiliar representa entre el 60 y el 70% del total). La primera corona pierde gran parte de su base industrial, genera poco terciario no comercial y consolida su carácter residencial de sectores bajos y medios. Se reproduce en consecuencia el suburbio tradicional, de más calidad urbana, pero nuevamente dependiente de la ciudad capital, la cual concentra empleos y, sobre todo, centralidad.

La segunda corona mantiene un sistema de ciudades "maduras", más potente, pero también la existencia de mayor suelo disponible genera una ocupación extensiva del espacio: entre 1980 y 2000 se ha pasado de 52m² a 110m² por hab. La ciudad dispersa parece ser la otra cara de la ciudad de los objetos singulares.

Esta forma de desarrollo de la ciudad metropolitana no es un simple juego de la oferta y demanda de vivienda. Las políticas públicas han favorecido esta difusión mediante la priorización de la infraestructura viaria, que es el medio de generar importantes plusvalías urbanas: la inversión viaria ha sido 10 veces mayor que en metro o tren regional y el número de kilómetros de viales 20 veces mayor. La comparación con Madrid, que ha seguido el mismo modelo, sin embargo, es desfavorable para Barcelona, puesto que en la capital del Estado por lo menos se ha garantizado una importante oferta de transporte público, el doble que en Barcelona (en cuanto a kilómetros de metro y tren regional). En este caso se trata de una política que compete al Estado y a la Generalitat.

Otra dimensión de las políticas públicas en las que sí tienen responsabilidad los gobiernos locales es la permisividad ante los planes parciales de promoción privada que optan por la baja densidad (40 viviendas/ha de promedio). La ideología de la baja densidad como opción más deseable, común a sectores sociales y políticos muy diversos, lleva en muchos casos a la insostenibilidad del desarrollo urbano y a la multiplicación de ghettos.

El desafío metropolitano es triple. Uno: de ordenación de los usos de suelo y de los sistemas de movilidad. Dos: de redistribución más equilibrada de las actividades económicas y los grupos sociales y de reforzamiento de las centralidades externas a la capital. Tres: de construcción de una estructura de gobierno metropolitano sobre la base de la ciudad central y la primera corona (ámbito que requiere redistribución del gasto público y activas políticas públicas sociales y de vivienda). La región metropolitana lógicamente debería generar un planeamiento estratégico básico concertado entre las ciudades y la Generalitat.



La conflictividad social y la crítica cultural como oportunidad

El urbanismo público de Barcelona no encuentra hoy el mismo consenso que en el pasado. Los movimientos sociales en los barrios se han reactivado y la crítica de los sectores profesionales, incluso los tradicionalmente vinculados a la municipalidad, se ha hecho más explícita. Es obvio que, tanto en la crítica social como la cultural o profesional, pueden subyacer muchas ambigüedades, que los intereses muy localistas, cuando no especulativos o de defensa de situaciones de privilegio, están a veces muy presentes en la primera, y que las modas o las reacciones corporatistas o simplemente el afán de protagonismo se expresan a veces en la segunda.

Sin embargo, el renovado protagonismo de la FAVB (Federación de Asociaciones de Vecinos) y la multiplicación de estructuras, movimientos sociales y debates críticos son signos del cambio de los tiempos. Son unos nuevos tiempos de menos consenso urbano, como lo demuestran iniciativas como el Forum Veïnal Barcelonés que impulsa la FAVB conjuntamente con un numeroso grupo de entidades ciudadanas, los contenidos de la revista de la FAVB "El Carrer", la multiplicación de Plataformas de base territorial (Contra la Especulación, de la Ribera del Besós, de Ciutat Vella, etc.) o sectorial (de Vivienda, de la Energía, de Promoció del transport pùblic, etc.) o los numerosos conflictos urbanos desde el Barça 2000 hasta La Llacuna, del Forat de la vergonya o el carrer Carabassa hasta la oposición al proyecto Barça 2000.

Paralelamente se ha reavivado el debate intelectual, tanto en el marco de entidades culturales y profesionales de perfil o proximidad institucional (Colegios profesionales, CCCB, MACBA, FAD) como en el marco de ONG y organizaciones de vocación alternativa, vinculadas a movimientos sociales críticos. Es significativo el apoyo que incluso acciones o discursos radicales o situaciones marginales encuentran en medios de comunicación y sectores intelectuales: los okupas (cine Princesa, Can Masdeu), barrios como La Mina, o la exclusión de la población inmigrada. Sobre algunos temas, la crítica urbana ha adquirido una alto nivel de generalidad, como la falta de viviendas para jóvenes, la pobre oferta en transporte público metropolitano, el urbanismo que se expresa en Diagonal Mar, que rompe con la cultura del espacio público ordenador del proyecto edificatorio, la insuficiencia de los mecanismos y la escasa voluntad política que es tan frecuente a la hora de promover la participación ciudadana, o el excesivo protagonismo de los promotores privados en la configuración de la ciudad actual.

Este renovado debate ciudadano, tanto social como cultural, tenderá a convertirse en debate político y puede ser un factor importante de renovación de las políticas urbanas y de las instituciones locales. En un momento histórico en que se requiere innovación, lo que debiera preocupar a los responsables políticos no es la conflictividad urbana, la crítica intelectual o la emergencia de propuestas y movimientos alternativos. Lo grave sería que no existieran los actores con capacidad de oposición, denuncia, crítica o propuesta. El debate ciudadano es una oportunidad de renovación de las prácticas y de los discursos. Y por ahora es muy insuficiente. En Barcelona la dinámica que nos puede conducir a ser un parque temático globalizado es fuerte, aunque las resistencias ciudadanas también son capaces de renovar el urbanismo ciudadano. Más complicado se presenta el panorama metropolitano. Sabemos cómo hacer ciudad en la ciudad existente, sea Barcelona o las áreas compactas de las otras ciudades metropolitanas. Pero no sabemos hacer aún ciudad en los espacios difusos y dispersos, fragmentados y lacónicos, privatizados y monovalentes de la región metropolitana. En estos espacios la innovación, la experimentación y la diversidad de soluciones es una ardiente obligación, como el planeamiento por proyectos y programas, concertado y participativo.

En resumen, el discurso urbano de los inicios de la democracia, forjado en los sesenta y los setenta, da signos de agotamiento. El siglo XXI nos exige una cultura de invención de futuros urbanos, y no únicamente de intervención en los presentes producto de la historia pasada y del mercado dominante hoy. El desafío es político y quizás, primero, intelectual.

JB




El autor es geógrafo y urbanista, y ha ocupado cargos directivos en el Ayuntamiento de Barcelona, su ciudad natal.

EL “MODELO BARCELONA”

Francisco-Javier Monclús *
EL “MODELO BARCELONA” ¿UNA FÓRMULA ORIGINAL? DE LA “RECONSTRUCCIÓN” A LOS PROYECTOS URBANOS ESTRATÉGICOS (1979-2004) **

Introducción

Numerosos arquitectos, urbanistas e historiadores del urbanismo de distintas partes del mundo han mostrado un especial interés por las transformaciones producidas en Barcelona durante las dos últimas décadas. La experiencia ha sido ampliamente descrita y difundida en medios académicos y profesionales, aunque no es fácil encontrar interpretaciones globales que tengan en cuenta las distintas variables puestas en juego, incluso desde una perspectiva estríctamente urbanística. Algunos autores han destacado la dimensión formal de esas transformaciones, el buen diseño, la calidad urbana de sus espacios públicos (Buchanan 1984, 1992; Rowe, 1991, 1997; Sokoloff, 1999, Gehl- Gemzoe, 2001). Para otros, lo más señalado habría sido la capacidad de gestionar un acontecimiento extraordinario como los JJ.OO. de 1992, convirtiéndolo en "palanca" e instrumento estratégico de renovación y recuperación urbana (Marshall, 1996; Portas, 1998; Ward, 2002).

Además de esa duplicidad de percepciones en la extensa literatura generada durante los últimos años, es interesante comprobar la existencia de un cierto contraste entre los enfoques utilizados por los que atienden a la experiencia barcelonesa "desde fuera", y las visiones más localistas y homogéneas que sobre el mismo proceso se han efectuado "desde dentro", a menudo por los propios gestores y técnicos implicados en dicha experiencia (Ajuntament de Barcelona, 1983, 1986, 1987, 1996, etc.; Busquets, 1987; Montaner, 1990; Borja, 1995; Maragall, 1998, Esteban, 1999). En pocas ocasiones se intenta combinar ambas perspectivas, la internacional con la local. Sin embargo, si se quiere entender el grado de originalidad de los procesos urbanos y de las estrategias urbanísticas puestas en marcha en este periodo, parece obvio que resultan precisas ambas perspectivas.

¿Hasta qué punto podemos considerar la experiencia de Barcelona como un hecho singular y aislado?. ¿Es posible considerar ese "modelo" como una versión más o menos original del discurso y de las prácticas urbanísticas en otras ciudades en el mismo periodo? El objetivo del presente artículo es el de reconsiderar el llamado "modelo Barcelona", con la pretensión de entender mejor sus conexiones y paralelismos con lo ocurrido en otras ciudades y, a la vez, apuntar hacia algunas de sus especificidades y su originalidad relativa. Tomaré como punto de partida las diversas interpretaciones sobre los cambios producidos en la cultura urbanística internacional y, al mismo tiempo, una aproximación más cercana a los procesos y estrategias desarrolladas en Barcelona durante esos años, lo cual me obligará a utilizar una serie algo extensa de referencias bibliográficas de naturaleza bastante diversa. Generalmente, la experiencia de Barcelona tiende a verse como un episodio excepcional, sobre todo, desde la literatura de carácter más localista antes señalada. En algún caso, la originalidad de la experiencia barcelonesa se ha atribuido a la especial situación de la ciudad en el contexto de la recuperación de la democracia y de la fuerza de los movimientos ciudadanos, conjuntamente con el papel singular de los urbanistas que ya habrían puesto las bases de la "nueva Barcelona" en los años 70 (Montaner, 1990; Calavita- Ferrer, 2000). En cambio, algunos autores extranjeros la sitúan en el marco de un urbanismo cada vez más globalizado en los años 80 y 90 e incluso en el de un "pensamiento único" internacional (McNeill, 1999; Arantes et al., 2000).

En cualquier caso, parece evidente que la experiencia de Barcelona se ha convertido en una especie de referente y modelo, sobre todo en el entorno de los poderes locales y de los urbanistas de otras ciudades europeas y latinoamericanas. Como señala D. McNeill desde una perspectiva crítica, la "Nueva Barcelona", es una ciudad considerada como "eficiente, limpia, culta"… "un modelo de cómo deberían mostrarse las ciudades en la Nueva Europa" (McNeill, 1999, 1-14). Otros autores coinciden en esa consideración de Barcelona como un auténtico "modelo urbanístico", "uno de los más potentes de finales del siglo XX" (Ward, 2002, 371). Tanto desde las valoraciones más críticas como desde las que pueden considerase en cierto modo "oficiales", parece haber acuerdo en ese reconocimiento de que estamos ante un caso ejemplar, en el que se ha utilizado una fórmula -o modelo- que se ha demostrado "exitosa". Lo que no está tan claro es que esa fórmula constituya un hallazgo barcelonés, o bien haya sido en Barcelona dónde se habría ensayado su aplicación de manera más o menos correcta y eficaz. Naturalmente, existen diferentes aproximaciones al significado de los modelos. Sin embargo, el concepto de modelo urbanístico ha sido ampliamente utilizado en la historiografía y en los estudios urbanos: desde las operaciones de Haussmann en París de mediados del s.XIX al cinturón verde de Londres durante la postguerra mundial o al IBA de Berlín durante la década de los 80, diversas "fórmulas" o modelos se han ido imponiendo en diferentes periodos históricos. El de Barcelona podría ser considerado simplemente como uno más en una larga serie, en este caso correspondiente a las cambiantes dinámicas urbanas de la década de los 90.

En este sentido, resulta significativo el modo en que el urbanismo barcelonés ha sido acogido en los medios oficiales británicos. En 1999, el RIBA -colegio británico de arquitectos- otorgó su premio a la ciudad (por vez primera, hasta entonces siempre se había concedido a arquitectos). Antes, en 1987, la ciudad había obtenido el premio de Harvard por su buen diseño, pero ahora la Medalla de Oro del RIBA (1999) se concedía a los políticos y arquitectos por su "compromiso con el urbanismo", incluyendo "la combinación de espectaculares proyectos urbanos y de mejoras de pequeña escala en plazas y calles" (Wintour, Thorpe, 1999).Se destacaban así tanto las operaciones de pequeña dimensión, los espacios públicos, como los grandes proyectos urbanos estratégicos. Dos tipos de intervención urbanística que se asociaban a sendas etapas de renovación de la ciudad.

Por otro lado, en ese mismo año de 1999, en el difundido Informe "Towards an Urban Renaissance" -preparado por un equipo de expertos y coordinado por Richard Rogers por encargo del nuevo gobierno laborista- las referencias al caso de Barcelona ocupaban un lugar destacado. En ese documento, Richard Rogers considera que "en la calidad de nuestro diseño urbano y del planeamiento estratégico, estamos probablemente 20 años detrás de lugares como Amsterdam o Barcelona" (Rogers, 1999, p.7). En el Informe, la atención se fija así en esos dos aspectos de las intervención urbanísticas realizadas en Barcelona: capacidad para regenerar y tratar espacios centrales mediante pequeñas operaciones de reforma urbana; pero también, las operaciones de mayor alcance, los proyectos "estratégicos" que caracterizan la intervención posterior. Especialmente significativo es el hecho de que el propio ex alcalde Barcelona, Paqual Maragall (1982-97), fuera encargado del prólogo a dicha publicación. El mensaje de Maragall es claro: "Resulta crítico entender que la mejora del espacio público es relevante para la resolución de los problemas económicos y sociales". Después de las operaciones puntuales, casi como una ampliación de las mismas, se deben emprender los proyectos urbanos de mayor alcance, estratégicos. "El truco en Barcelona fue primero calidad, después cantidad" (Rogers, 1999).

Tanto en los textos indicados al principio como en las observaciones del Informe Rogers, destacan esas dos dimensiones del urbanismo de Barcelona que más han atraido la atención internacional: "urbanismo cualitativo" y "urbanismo estratégico". Resulta necesario por tanto, diferenciar claramente dos componentes -y dos etapas- en el "modelo Barcelona". Dos líneas de actuación que no son, por otro lado, nada ajenas a sendas tradiciones de la cultura urbanística internacional. ¿Cuál es, entonces, la originalidad de Barcelona? ¿Se trata, básicamente, de un proceso de adaptación de esas tradiciones urbanísticas? ¿O, más bién, de una elaboración propia de tal entidad que habría acabado por conformar un "modelo" del que otras ciudades estarían aprendiendo? En un ensayo reciente, S.V. Ward sugiere la posibilidad de que ambas hipótesis puedieran no haber sido contradictorias, sino más bien complementarias: "Ahora, paradójicamente, la experiencia urbanística de Barcelona está siendo ampliamente estudiada, utilizada y adaptada de distintos modos, tanto en el mundo postindustrial como en el ámbito latinoamericano (…) Maragall considera el escenario internacional, importando y adaptando modelos urbanísticos exteriores (el de Baltimore, por ejemplo) a la vez que, con más fuerza, fomenta la difusión del modelo Barcelona" (Ward, 2000, p.56).

Lo que no aparece en el Informe citado es alusión alguna a los procesos metropolitanos que en esos mismos veinte años han transformado la estructura y la forma de la Barcelona metropolitana -la "ciudad real" a la que el mismo Maragall se refiere a menudo- en una región metropolitana cada vez más dispersa y menos "mediterránea". Tampoco el "urbanismo verde" ni el planeamiento metropolitano de Barcelona son considerados como un "modelo" relevante en esos trabajos. Claro que el contraste que algunos observan entre la importante incidencia del sistema británico de planeamiento en esos aspectos, frente a la debilidad generalizada de las iniciativas correspondientes en Barcelona -como en otras ciudades del sur de Europa-, parece ser un motivo suficiente que explicaría esa falta de interés o las visiones más bien críticas de otros autores británicos (Hebbert, 2000, 82-90).


La "Reconstrucción de la ciudad" y el urbanismo "cualitativo". Los proyectos de recuperación del espacio público durante los años 80

Además de considerar los rasgos específicos de la ciudad de Barcelona en la primera mitad de la década de los 80 -en correspondencia a una coyuntura histórica especial (cambio de situación política con la recuperación de la democracia en España), es importante entender el alcance de esa completa revisión y cambio de "ciclo" del urbanismo a escala internacional. Si se quiere inscribir el urbanismo de Barcelona en esa primera etapa, parece importante referirse tanto a las nuevas condiciones derivadas del final del periodo del crecimiento urbano anterior, como al "ambiente" y los "referentes conceptuales" en los que se desarrolla la práctica urbanística de la nueva etapa. Sin llegar a un determinismo economicista excesivo, parece fundamental poner en relación el proceso por el cual se van imponiendo esas concepciones, con los cambios sustanciales asociados a la ralentización del crecimiento demográfico y urbano que se observa en las ciudades europeas, así como con la crisis económica de los años 70 y principios de los 80.

No se puede establecer una relación mecánica y simple porque los movimientos que cuestionan el planeamiento convencional y el urbanismo funcionalista basado en la Carta de Atenas comienzan ya en los años 60 y primeros 70. Es en esos años cuando, tanto en Europa como en Norteamérica, se asiste a una revalorización de la ciudad tradicional y de sus componentes colectivos: calles, plazas, manzanas cerradas, etc. (frente a la negación o el papel abstracto del espacio público y a la proliferación de bloques en los esquemas del urbanismo moderno). También es entonces cuando se impone el análisis morfológico de la ciudad en cada una de sus áreas y la identificación de los tipos arquitectónicos, es decir la consideración del contexto urbano como punto de partida de cualquier actuación de carácter "puntual". Se puede hablar de una nueva generación de planes y proyectos y de todo un ciclo de urbanismo -durante los años 70 y primeros 80-, que se interesa por el contexto, por la recuperación de las relaciones entre arquitectura y urbanismo. En particular, se enfatizan los aspectos formales del urbanismo y un menor interés por el planeamiento convencional, a la vez que triunfan los "proyectos urbanos" fundamentalmente arquitectónicos. Y todo éso ocurre, con distintas versiones, también en las ciudades españolas, con Barcelona a la cabeza (Terán, 1999).

Hay que recordar la potencia con que se van imponiendo las nuevas concepciones urbanísticas como reacción a la abtracción y a las limitaciones del "urbanismo moderno" -por muy ambigua que resulte dicha expresión- que había presidido las actuaciones llevadas a cabo en los años del gran crecimiento urbano anterior (décadas de los 50-70). A pesar de sus diferentes significados en cada ámbito cultural y nacional, varios discursos y sus correspondientes eslóganes parecen recorrer la cultura arquitectónica y urbanística desde los años 70 como preludio a su imposición a principios de los 80. El primero de ellos es el de la "arquitectura de la ciudad", a raíz del libro del mismo título de Aldo Rossi (de 1966), pero también de toda una corriente que tiene especial eco en Italia, en Francia y en España (Barcelona en particular). Otro es el de la "reconstrucción de la ciudad europea", con diferentes acepciones, pero que revela el renovado interés por la ciudad existente. En el ámbito más instrumental, interesa destacar la progresiva importancia del "proyecto urbano", como alternativa más o menos "arquitectónica" al planeamiento generalista que, con ciertas variantes, se había consolidado en los años del gran crecimiento urbano. Todo ello es lo que permite efectuar una mirada de conjunto a situaciones que, lógicamente, responden a situaciones históricas y urbanas diversas. No es difícil encontrar semejanzas y afinidades en las concepciones que presiden las operaciones más señaladas durante los años 80 en distintas ciudades: tanto las que se producen en Barcelona, como los "Grand Projects" y las operaciones de remodelación de sectores urbanos en París o, sobre todo, las del IBA de Berlín (Rowe, 1997, Sokoloff, 1999). Los elementos comunes son claros: revalorización de la ciudad "histórica" (sobre todo, la del siglo XIX y principios del s.XX), reivindicación de los espacios públicos tradicionales (calles, plazas, parques), integración de urbanismo y arquitectura como reacción a la abstracción del planeamiento globalizador. En relación al planeamiento, la idea de abordar los problemas urbanos mediante proyectos específicos, especialmente de recuperación de espacio público y equipamientos, gana terreno un poco por todas partes (López de Lucio, 1999).

El problema que se plantea en la historiografía urbanística es que los mismos fenómenos se han interpretado desde puntos de vista un tanto sectoriales. Así, algunos han centrado su atención en los procesos de desrregulación urbanística y en el declive del plan convencional (Hall, 1988-1996), mientras otros se han interesado más por la dimensión formal, más próxima a la arquitectura y al diseño urbano (Broadbent, 1990, Corboz, 1990). Por último, están los que consideran todos esos cambios como parte del surgimiento de lo que denominan "urbanismo postmoderno" o de la "cultura del proyecto urbano" (Ellin, 1996, Améndola, 2000). Es cierto que las raíces y trayectoria de ese movimiento son diversas y múltiples y que se desarrollan en un periodo más largo que el de la crisis (de Jacobs en los 60 a los hermanos Krier en los 70). Pero casi siempre se constata una notable insatisfacción y desconfianza hacia los principios y métodos del urbanismo moderno. Resulta suficientemente significativa - en una especie de movimiento histórico cíclico o pendular- la recuperación más o menos directa de los principios del urbanismo anterior: algunos del siglo XIX, otros del "Arte Urbano" de principios del s.XX, todos ellos anteriores a las formulaciones más elaboradas y radicales del Movimiento Moderno (Sola-Morales, 1987). Una situación que recuerda, en cierto modo, a la producida a finales del s.XIX, cuando se imponen las concepciones del urbanismo culturalista de C.Sitte y otros que entienden la intervención urbanística como "construcción artística de las ciudades" (Sucliffe, 1981). La reedición en los distintos idiomas de determinados textos "clásicos" -del urbanismo de finales del s.XIX y principios del s.XX- es una muestra clara de ello. En efecto, los textos de Sitte, Unwin o Hegemann son objeto de recuperación, con los correspondientes prólogos a cargo de los teóricos del momento (Monclús, 1995).

Es interesante comprobar la sintonía entre esas corrientes internacionales y los planteamientos sobre "reconstrucción" de la ciudad existente en el caso de Barcelona. El fluido diálogo entre Barcelona y las diferentes "escuelas" de urbanismo (Venecia, Milán, Ginebra, Bruselas, Versalles y París, etc.) es una manifestación en ese sentido. Y aunque las versiones más historicistas del discurso de la "reconstrucción de la ciudad europea" -lideradas por los hermanos Krier- no tengan en Barcelona un impacto directo, tampoco existen tantas distancias, como se comprueba con la traducción de algunos de sus textos y proyectos más importantes y el interés que algunos de ellos suscitan en la cultura urbanística local (Krier,R. 1976, Krier, L.,1978). No es frecuente entender ese proceso de recuperación de un urbanismo más arquitectónico, cualitativo, contextualista, atento a las posibilidades que ofrece la actuación en los espacios públicos de Barcelona, poniéndolo en relación con los "vientos culturales del urbanismo europeo". Es cierto que una parte de ese movimiento de "recuperación" se debe a factores propios de la ciudad y que no tendrían sentido determinadas visiones excesivamente reduccionistas acerca de la "difusión" lineal del pensamiento y de las prácticas arquitectónicas y urbanísticas, pues esos procesos adoptan formas extremadamente variadas en función de la naturaleza de cada movimiento y de las circunstancias históricas de las propias ciudades. Pero hay un elemento que se convierte en protagonista de las intervenciones barcelonesas y que también tiene un importante papel en el discurso de la "reconstrucción de la ciudad europea". Se trata del renovado interés por el papel y la formalización del espacio público. Después de un largo periodo de escasa atención hacia el tema, desde mediados de los años 70 se plantea la necesidad de recuperar calles, plazas y espacios "vacíos" en general, como medio de mejorar la calidad urbana. Contribuye a ello la progresiva obsolescencia y desocupación de extensas superficies enclavadas en lugares más o menos centrales de las ciudades: áreas industriales, portuarias o ferroviarias que pierden su funcionalidad. Y también una visión bastante pragmática, pues la actuación sobre el espacio público se concibe como ocasión de proyectos económicamente viables y con un proceso de gestión relativamente sencillo.

La llamada "cultura del proyecto urbano" se manifiesta ya en las primeras publicaciones del Ayuntamiento de Barcelona, aunque sea de un modo absolutamente empírico (Barcelona City Council, 1983). Es en el conocido libro de O. Bohigas -delegado de Urbanismo entre 1980 y 1984- titulado significativamente "Reconstrucción de Barcelona", en el que se presentan los principios del nuevo urbanismo arquitectónico y contextualista (Bohigas, 1985). En él se reivindica la eficacia de los proyectos urbanos puntuales como alternativa a la abstracción del planeamiento convencional. El mensaje es simple pero contundente: el urbanismo no sirve.. hay que dar paso a la arquitectura. También se reivindican los espacios públicos propios de la ciudad histórica: la plaza, la calle, la manzana "casi cerrada", etc. No hay que pensar en una adopción literal de los principios de la "reconstrucción de la ciudad europea". Pero están claros algunos elementos convergentes. Sobre todo, un entendimiento de la ciudad esencialmente como arquitectura y un énfasis extraordinario en su morfología. Una concepción que sintoniza así mismo con las visiones de la construcción fragmentaria de la ciudad o "ciudad collage" de C.Rowe (Rowe, Koetter, 1981). O con las ideas que presiden las transformaciones urbanas de otras ciudades durante los años 80. El propio O. Bohigas reconoce en su libro que los proyectos de Berlín constituyen la referencia más clara al afirmar que allí se experimenta una vía interesante: "una reconstrucción del centro a partir del respeto absoluto del trazado viario y de la forma tradicional de la calle" (Bohigas, 1985, 118).

Como contrapartida a esa sintonía entre el discurso de la "reconstrucción de la ciudad europea" y el que está en la base del "modelo Barcelona" en su primera etapa, no hay que olvidar que en Barcelona coinciden una serie de circunstancias históricas singulares. Las correspondientes a la situación política con la recuperación de la democracia y el importante papel que jugaban las asociaciones de vecinos han sido justamente resaltadas (Calavita-Ferrer, 2000). También es importante tener en cuenta el especial protagonismo que asumen los arquitectos con relación a otros profesionales, ingenieros en particular. Es posible que sea ése uno de los factores más distintivos de la experiencia barcelonesa durante los años 80 (Moix, 1994). Por otro lado, habría que matizar las visiones excesivamente generalizadoras que tienden a ver un progresivo abandono de la planificación omnicomprensiva en ese periodo, pues es precísamente entonces cuando se consolida la actuación urbanística basada en el Plan General Metropolitano de Barcelona, aprobado en 1976 (PGM). Aunque sí es cierto, con todo, que el Plan se va convirtiendo cada vez más sólo en un marco, un punto de partida, que hace posible las operaciones puntuales del urbanismo cualitativo. A través de las publicaciones del Ayuntamiento de Barcelona (muy numerosas, otro rasgo específico barcelonés), es posible analizar y matizar el modo en que se concretan esos discursos sobre la forma urbana y la importancia del tratamiento de los espacios públicos como estrategia clave en la recualificación de la ciudad. De hecho, se pueden analizar las distintas actuaciones, mediante planes y proyectos municipales, como forma de despliegue y redefinición de la ordenación urbana, pasando de los "proyectos de sector urbano" a los de escala municipal e incluso metropolitana (Esteban, 1999). Por último, conviene resaltar la dimensión operativa del urbanismo barcelonés con relación al de otras ciudades en las que podrían compartirse los principios generales en cuanto a la necesaria mejora de la ciudad existente, pero en las cuales no llegaron a llevarse a cabo una serie de actuaciones urbanísticas comparable. Las aproximadamente 150 operaciones de recuperación de espacio público realizadas durante la década de los 80, que atrajeron la atención internacional y obtuvieron distintos premios, son muestra de ello.


El urbanismo estratégico: infraestructuras y grandes proyectos urbanos de la segunda mitad de los años 80 y durante los 90

Del mismo modo que en los primeros años 80, lo que sucede en Barcelona en el periodo posterior puede entenderse como parte de un movimiento de carácter internacional que, con distintos ritmos temporales y variantes técnicas, se desarrolla en diversas ciudades norteamericanas y europeas. Es obvio que la inflexión experimentada con la recuperación económica a mediados de ésa década se inscribe en un ciclo que no es exclusivo de Barcelona. Aunque también es evidente la diferencia fundamental respecto a las mismas: el propio hecho de la nominación olímpica en octubre de 1986. Sin embargo, como sucedía con el urbanismo "cualitativo’ y contextualista anterior, la imposición de nuevas visiones "estratégicas" resulta de un proceso iniciado anteriormente y que acaba caracterizando la cultura urbanística internacional de los años 90.

No nos referimos aquí exclusivamente a los llamados "Planes Estratégicos", sino a toda una actitud más genérica que se centra en la dimensión funcional y productiva de la ciudad y que se manifiesta en el protagonismo de los grandes proyectos urbanos y de infraestructuras de diversa naturaleza. Así entendidas, esas concepciones no resultarían del todo novedosa. De hecho, el urbanismo moderno partía de la idea de la ciudad fábrica y trataba de aplicar las tesis de Taylor en sus propuestas, con lo que la ciudad adquiría también un carácter de "empresa" (Ascher, 1995, 87). Todo ese proceso puede entenderse como una cierta reacción al urbanismo arquitectónico de principios del s.XX. Lo cual, a su vez, recuerda el cambio que se produjo a principios de siglo en las ciudades norteamericanas, cuando del "City Beautiful" se pasó al eslogan de la "City Efficient" (Hall, 1988-1996). De nuevo, pues, un movimiento pendular o cíclico, con algunos componentes que recuperan importantes elementos de los del ciclo anterior. Como también recuerda las aspiraciones de gran ciudad de muchas ciudades en las primeras décadas del siglo, Barcelona entre ellas: en cierto modo, las ambiciones urbanas de los años 90 que tratan de convertir a Barcelona en la "Capital del Mediterráneo Occidental", pueden ser vistas como una actualización de los sueños de la Gran Barcelona como "París del Sur" a principios del siglo XX (Monclús, 2000). Aunque ahora se trata, más bien, de adaptar la ciudad a las presiones y oportunidades derivadas de la globalización económica, un proceso que se acelera en la década de los 90 y en el que ninguna gran ciudad parece estar dispuesta a quedarse al margen.

Hay que tener en cuenta que la crisis de los modelos del urbanismo convencional y las nuevas actitudes "estratégicas" se producen bastante antes de la recuperación económica, ya durante la crisis de los años 70. En un primer momento, los grandes proyectos son vistos como antídoto del estancamiento económico y urbano. Después, se ponen en marcha diversos proyectos como mecanismo de recuperación y de "relanzamiento" de las ciudades. Es entonces cuando se generaliza el "marketing urbano", las distintas variantes de promoción urbana, la renovación de la imagen de la ciudad coherente con la reconversión de una base económica industrial a otra terciaria y de servicios. Un discurso dirigido a mejorar la competitividad de las ciudades y su rango en "liga urbana internacional" y tan generalizado que algunos han llegado a interpretarlo como un "Pensamiento urbanístico único" y que habría ido imponiéndose en la década de los 90 (Arantes et al., 2000). Aunque es en su variante de las "eurociudades", como ese discurso sería particularmente impulsado por gobiernos locales socialdemócratas (McNeill, 1999).

Como señala P. Hall, durante los años 70 el urbanismo sufre una modificación sustancial: "en lugar de regular el crecimiento urbano, el urbanista se había dedicado a fomentarlo con todos los recursos que tenía a su alcance. La idea que predominaba era que la ciudad era una máquina de crear riqueza y que la función principal del urbanismo era engrasar la maquinaria" (Hall, 1988, 355). El arte del "leverage" (hacer de palanca y mover) y la acción catalizadora, es la fórmula que se extiende en forma de proyectos urbanos estratégicos por toda Europa (con procedencia claramente norteamericana). Peter Hall explica que las Docklands de Londres siguieron los modelos estadounidenses en ese aspecto fundamental, el de la utilización de dinero público para movilizar inversiones privadas (Hall, 1988, 368 ss.). Es importante aclarar que las concepciones estratégicas del planeamiento que se imponen en los años 90 no se pueden asociar mecánicamente a las ideas neoliberales del planeamiento urbano propias del tatcherismo británico o de sus homólogos internacionales (aunque tampoco se entenderían sin esos antecedentes). Se trata más bién de una renovada actitud, basada en la convicción de que las intervenciones urbanísticas deben ser más selectivas y orientadas a mejorar la eficiencia económica y funcional de la ciudad. También en este nuevo ciclo, algunos urbanistas han acuñado diversos eslóganes para caracterizar esta nueva forma de urbanismo. Aparecen así las referencias a los "planes de tercera generación" y a los "proyectos urbanos estratégicos". Como en el caso anterior del urbanismo cualitativo, existen raíces y versiones diferentes: de los proyectos urbanos más tradicionales con ciertas componentes estratégicas a los Planes Estratégicos de carácter socioeconómico. Así, es posible distinguir los liderados por el sector público de los que resultan más bien de la iniciativa empresarial. Portas asocia esos proyectos urbanos "de tercera generación" a su carácter mediático y a su preferencia por los Grandes Proyectos, uno de cuyos principales objetivos sería el de facilitar "el consenso y el compromiso de los actores" (Portas, 1998).

Una tipología particular entre los nuevos proyectos urbanos estratégicos comprendería aquellos correspondientes a la planificación de grandes acontecimientos internacionales: JJ.OO., Expos, etc. Los Juegos Olímpicos constituyen un claro ejemplo de ello (Chalkley y Essex, 1999). Un doble objetivo se persigue en todos esos acontecimientos: renovación de la imagen de la ciudad y utilización de los mismos como catalizadores de determinadas operaciones urbanas. En este sentido, conviene recordar el paso de los JJ.OO. de Los Angeles a los de Barcelona. En general, se ha insistido en las diferencias entre el predominio de la lógica privada en L.A. frente al liderazgo de la iniciativa pública en Barcelona. La originalidad de Barcelona residiría entonces en ese protagonismo y eficiencia eficiencia del sector público, junto al gran consenso político y social del momento. No obstante, existen ciertos paralelismos cuando se consideran otras concepciones que van más allá de los JJ.OO. Así, algunos han señalado el hecho de que el Plan Estratégico de Barcelona se plantea en una coyuntura más parecida a la del Plan Estratégico de Los Angeles que a las de otras ciudades afectadas por la crisis económica. El economista Barcelona Antoni Castells (director de la Comisión de apoyo al Plan Estratégico Económico y Social Barcelona 2000), apunta claramente en esa dirección: "Los , Angeles presenta más similitudes con el caso de Barcelona que cualquier otra ciudad de EE UU, y por tanto, para nosotros es especialmente interesante su conocimiento" (Castells, 1990, 121). Y es que, tanto en Barcelona como en L.A.- a diferencia de otras ciudades, los respectivos Planes estratégicos se conciben en un contexto de crecimiento económico, no de crisis. Por tanto, no se trata de un antídoto sino de una herramienta para impulsar y garantizar el crecimiento.

Por otro lado, resulta útil efectuar comparaciones con otras ciudades que han concentrado sus estrategias de renovación en una "idea fuerza": la de renovación de los frentes de ribera o "waterfronts". Ahí han visto algunos una inspiración más o menos directa en los modelos estadounidenses: Baltimore, Boston y otros puertos norteamericanos (Busquets, 1999; Ward, 2000). Efectivamente, la remodelación del Port Vell muestra esas influencias: la reconversión de los usos portuarios en áreas para el ocio y el turismo al "estilo Rouse" (por el promotor de Baltimore y Boston, James Rouse). Claro que, en una visión más amplia proporciona panoramas algo más complejos: el "waterfront" de Barcelona incluye actuaciones de muy diversa naturaleza, según los distintos tramos: además del Port Vell, hay que tener en cuenta los aproximadamente media docena de kilómetros de frente litoral, en los cuales se aplica una variante más "mediterránea" de los waterfronts internacionales (Nel.lo, 1999). En particular, la concepción del sector de la Villa Olímpica (entre 1982 y 1987) responde a una visión más compleja de la generalizada reconversión de las instalaciones portuarias o industriales en parques temáticos, a diferencia de lo que sucede en el Port Vell. Al margen de la formalización de ese conjunto urbano, se trata de un "plan-proyecto" que trata de articular la escala global del plan con las solicitaciones del contexto urbano. Un ejemplo de los "planes de escala intermedia" o "proyectos complejos" reinventados por los arquitectos y urbanistas barceloneses (McKay, 2000).

Además de los proyectos del frente litoral directamente vinculados a los JJ.OO. e impulsado por ellos, podemos referirnos a otra serie de grandes proyectos para la ciudad que se desarrollan y formalizan desde mediados de los años 80 y que entrarían en esa categoría de "proyectos urbanos estratégicos". Se trata de las llamadas "áreas de nueva centralidad", de las intervenciones en el sistema viario de la ciudad y de otros proyectos centrados en las grandes infraestructuras, destacando la ejecución de los cinturones y accesos viarios (Rondas sobre todo). Con relación a las "áreas de centralidad", hay que decir que, en cierto modo, desarrollan los conceptos previstos ya en el P.G.M. de 1976 y que son deudoras de los "Centri Direzionali" italianos, como en el Plan intermunicipal de Milán (Calavita-Ferrer, 1999). La novedad es que ahora incluyen otros sectores de cara a la redistribución de usos centrales a los cuales se añaden dos nuevos sectores olímpicos (Monjtjuïc y Diagonal), conformando en total las 12 áreas en las que se daban especiales condiciones para acoger los nuevos tipos de edificios del sector terciario y equipamientos, en espacios con usos obsoletos y de buena accesibilidad (Ajuntament de Barcelona, 1987). Por otro lado, estarían las operaciones asociadas a la remodelación del puerto, la plataforma logística en el Delta del Llobregat, el aeropuerto, el tren de alta velocidad y el área de Sagrera, la operación "Diagonal Mar", etc. (A.B., Barcelona Regional, 1999).

Lo cierto es que es en esta última etapa, en el periodo de preparaciòn de los JJ.OO., cuando se imponen las visiones más "estratégicas" y cuándo se entiende bien el mensaje del "leverage". Barcelona no es una excepción en el contexto europeo dominado por el "City Entrepenaurialism" durante los años 80´s y 90´s (Marshall, 1996). Pocas dudas caben, por tanto, de que los principales energías de la política urbana de Barcelona se centran en el intento de convertirse en una ciudad más competitiva y dinámica utilizando los JJ.OO. como catalizador ocasional de todos esos proyectos estratégicos. Tanto es así que el siguiente acontecimiento ya en marcha -el Forum de las Culturas 2004 y la "segunda apertura al mar"- se ha planificado según unos esquemas no muy diferentes a los de los JJ.OO. (Clusa, 1999), a pesar de su naturaleza excepcional, no vinculada a una forma contrastada de celebración (aunque en su versión positiva se ha podido definir como "una Expo de los valores", por F. Mayor Zaragoza).

También en estos años, resulta notable la eficacia del modelo barcelonés, su habilidad en la utilización de todo tipo de instrumentos políticos y urbanísticos para impulsar los grandes proyectos. Para la mayor parte de los observadores, Barcelona se ha convertido en una "ciudad ganadora" en el nuevo orden económico y urbano internacional. Hasta tal punto esto es así, que el "modelo Barcelona" también se ha identificado con esta segunda componente "estratégica" de su actuación urbanística. Su difusión o "exportación" a diversas ciudades latinoamericanas es un fenómeno realmente llamativo, como señalan unos autores brasileños: "Impresiona el número creciente de ciudades que, en Brasil y en Latinoamérica en general, están contratando los servicios de consultoría de los catalanes y de sus discípulos, o utilizando sus enseñanzas" (Arantes et al., 2000, 77). La promoción del "modelo Barcelona" alcanza en este ámbito su mayor relevancia. Desde publicaciones editadas por el Banco Mundial (Borja, 1995) a informes redactados por Jordi Borja y Manuel Castells para la Conferencia Habitat II (Estambul), en los cuales se presentan las virtudes del modelo (Borja & Castells, 1997) o a la asesoría en grandes proyectos urbanos (Puerto Madero, el nuevo waterfront de Buenos Aires, por ejemplo) y en Planes Estratégicos para otras ciudades (Santacana, 2000, 36).

Por otro lado, hay que considerar algunos rasgos diferenciales que evidencian los límites de la fórmula barcelonesa. Y es que hasta ahora nos hemos referido a la "ciudad municipal" - la legal -, no a la Barcelona metropolitana, - la real -, la única que puede compararse con otras grandes ciudades europeas, la de los más de 4 millones de habitantes y que ocupa un territorio de más de 3.000 km2 (4.2 millones en un entorno de Barcelona con radio de 30 a 45 km). Parece fundamental referirse brevemente a las iniciativas llevadas a cabo - o más bien a la debilidad de las mismas- en esa "ciudad real" y metropolitana.


Renovación urbana y suburbanización: Perspectivas metropolitanas

Una de las pretensiones del "modelo Barcelona" es la de formularse como alternativa "europea" a los modelos norteamericanos caracterizados por los procesos de renovación urbana central y suburbanización cada vez más extensiva. La idea de Barcelona como "ciudad compacta" parece haberse convertido en otro eslogan asociado a las estrategias desarrolladas en los últimos años (Busquets, 1992). Sin embargo, lo cierto es que los procesos de descentralización metropolitana experimentan una aceleración espectacular precisamente en los últimos 15-20 años, periodo en el cual Barcelona pierde un porcentaje significativo de su población (unos 250.000 habitantes: de 1.752.617 en 1981 a 1.508.000 en 1996) y a la vez que se descentralizan numerosos empleos y actividades económicas (MANCOMUNITAT MUNICIPIS A.M.B.,1995). Diversos estudiosos consideran que esa ciudad "municipal" se está convirtiendo, cada vez más, en el CBD de la región metropolitana (Vidal, 1995). En este contexto, algunos han planteado la hipótesis de que Barcelona estaría "expulsando sus problemas" al resto de la región metropolitana: se trataría entonces de un proceso tradicional - sobre todo en las ciudades del sur de Europa- de oposición entre centro y periferias, que persistiría en la renovada estructura de la Barcelona metropolitana.

¿Hasta qué punto esto es así, es decir, se explica por un simple "salto de escala" al ámbito metropolitano o, por el contrario, se trata más bien de procesos semejantes a los que tienen lugar en otras ciudades norteamericanas o europeas, en los que la renovación central forma parte de la reconversión de las conjuntos urbanos tradicionales en renovadas regiones urbanas? Ese es uno de los debates de más entidad que se desarrollan en los últimos años. Porque si fuera cierto que estamos ante un modelo dual, en el sentido tradicional de los procesos que caracterizan a las ciudades europeas desde el siglo XIX, los límites del "modelo Barcelona" serían mucho más evidentes. En mi opinión, resulta excesivamente forzado pensar en una repetición de los procesos tradicionales caracterizados por las mejoras urbanas centrales frente a la proliferación de periferias "sin calidad". Más bien hay que pensar en una convergencia progresiva con los modelos de "sprawl" más avanzados en las ciudades norteamericanas y que, cada vez más, afectan a las europeas. No parecen desencaminadas, en ese sentido, las tesis enunciadas por K.T. Jackson, en las cuales argumenta que la "suburbanización puede entenderse como parte de un modelo de crecimiento urbano (...) las ciudades norteamericanas no son tan diferentes de las de otros paises, sino que se encuentran en un estadio más avanzado" (Jackson, 1985, 303). Evidentemente, todavía quedan lejos las realidades urbanas de las descentralizadas ciudades norteamericanas. Pero no parece que estemos ante una simple ampliación de la estructura urbana de la Barcelona compacta y tradicional. Llámese región urbana, "metápolis", región metropolitana o "ciudad de ciudades", lo cierto es que se está produciendo una modificación sustancial de esa realidad urbana y que ello tiene su expresión más notable en la proliferación de las denominadas "nuevas periferias". Una versión, si se quiere, "latinoeuropea" de los procesos de descentralización y sprawl, pero no tan original como a veces se pretende al adoptar visiones excesivamente localistas (Monclús, 1998, Nel.lo 2001).

Los abundantes datos que disponemos sobre el crecimiento y las transformaciones metropolitanas recientes muestran una realidad en acelerado proceso de cambio. Algunos de los indicadores más significativos son suficientes para sintetizar el proceso: por ejemplo, los de ocupación de suelo -de 21.482 ha en 1972 a 45.036 ha en 1992, con un escaso crecimiento demográfico global-; o los de incremento exponencial de la movilidad -las entradas y salidas diarias de vehículos privados en Barcelona pasan de 600.000 en 1988 a 1.200.000 en 1998-; o los relativos al empleo que se asocian a esos procesos de descentralización y de integración de la región metropolitana -en 1990, el 64.4% de la población trabajaba en la misma localidad donde vivía, en 1995, el 59.5%, en 2000 el 52.4%.- (Encuesta Metropolitana 1995-2000). Todo esto sucede en la Región metropolitana, es decir, sin tener en cuenta los fenómenos de "suburbanización estacional" que extienden el área urbana bastante más allá de los difusos límites de la "ciudad real" de Barcelona. Y el paso progresivo de segunda a primera residencia de importantes áreas que así se incorporan de forma nítida al conjunto metropolitano. En realidad, los fenómenos de descentralización aludidos son comunes a otras grandes ciudades españolas (Angelet, 2000) y siguen, con ciertos desfases, lo ocurrido en las demás grandes ciudades europeas. Como señala O.Nel.lo, "Cal fer notar que aquesta evolució no és, de cap manera, original. Ans al contrari, segueix fidelment les pautes de transformació metropolitana que es donen en la major part de les grans ciutats espanyoles i europees" (Nel.lo, 2001, p.115).

Las consecuencias de esa reconversión sustancial de la "ciudad real" de Barcelona, han sido profusamente enunciadas. Existe un cierto acuerdo en cuanto a los aspectos positivos asociados a la reducción de densidades excesivas y a la mejora generalizada del territorio metropolitano derivada de la aportación de centralidad a las mismas y a la creación de equipamientos. Pero también se evidencian, cada vez más, los problemas ocasionados por las nuevas formas de crecimiento metropolitano: problemas de costes ambientales, económicos y sociales. La ciudad dispersa resulta más costosa que la ciudad compacta. La cuestión que se plantea es la de la inevitabilidad o no de las nuevas formas de "sprawl". Un debate ya histórico en las ciudades inglesas o norteamericanas y que ahora nos resulta cada vez más familiar. Varios autores han puesto de manifiesto la complejidad y las paradojas de las campañas "anti-sprawl" (Bruegmann, 2000). En cualquier caso, habría que distinguir las dos caras del fenómeno: descentralización, por un lado; dispersión física extrema y poco controlada, por otro. El primer proceso resulta difícilmente evitable: ni siquiera en los países con un sistema de planeamiento más firme lo han conseguido, caso de Holanda y su descentralizada Randstadt. El segundo aspecto, en cambio, sí era y es susceptible de ser abordado con ciertas posibilidades de éxito relativo. Existe un importante margen en relación a la acelerada ocupación de suelo, al surgimiento de modelos suburbanos residenciales, industriales y comerciales de muy baja densidad y la consiguiente fragmentación y artificialización innecesaria de los espacios abiertos. Determinadas estrategias urbanísticas han resultado decisivas en distintos países. El crecimiento descentralizado puede producirse de manera más o menos controlada, más o menos compacta, con indiferencia o no respecto a los límites precisos entre áreas urbanizadas y entorno natural. Ejemplos como el de las ciudades inglesas, con una larga tradición de estrategias urbanísticas de contención física del crecimiento urbano, cinturones, cuñas y corredores verdes, etc. son buena muestra de ello (Hebbert, 2000).

Parece claro que ciudades como Barcelona pueden aprender todavía bastante de ciertas tradiciones del urbanismo verde y metropolitano. Visto desde esta perspectiva, el "modelo Barcelona" puede ser considerado todavía más bien "aprendiz" que "lider" (Ward, 2002). En efecto, el "urbanismo verde" que constituye en los últimos años uno de los más importantes componentes de cualquier "modelo urbanístico" avanzado, todavía está en Barcelona lejos de alcanzar una madurez comparable a la de otros países del norte y centro de Europa. En lo que se refiere al mantenimiento de una estructura urbana sustentable o, simplemente, "razonable", con una progresiva integración del crecimiento metropolitano en el entorno agrícola, forestal y natural, Barcelona tiene bastante que aprender y poco que enseñar. En ese sentido, parece que cierta despreocupación por lo que ocurría más allá de la ciudad "existente" o consolidada, ha podido resultar un factor relevante en la escasa capacidad de control de ese tipo de procesos. Barcelona ha seguido pautas comunes a otras ciudades en lo que se refiere a la renovación urbana central y a su reconversión en una región urbana cada vez menos "mediterránea", es decir menos compacta y más dispersa. Podríamos pensar entonces que estamos ante una variante "latinoeuropea" de dichos procesos (Monclús, 1998). En relación a otras ciudades en las que esos procesos se encuentran en fases más avanzadas, la versión referida destaca por el mantenimiento de la vitalidad de las áreas centrales. Pero también es notable el carácter "desordenado" de sus nuevas periferias. Un urbanismo que resulta de la reelaboración original y, sobre todo, de la aplicación de fórmulas esbozadas en otros lugares, en lo que se refiere al urbanismo cualitativo y estratégico. Sin embargo, desde la perspectiva metropolitana se trata más bien de un urbanismo que parece estar "pensando localmente (en la ciudad legal) y actuando globalmente (en la ciudad real)", al contrario de la máxima del movimiento ambientalista que tiende a imponerse en los últimos años.


CONCLUSIONES/EPÍLOGO

En definitiva, lo que conviene destacar es que el llamado "modelo Barcelona" ha conseguido éxitos notables en la renovación de sus núcleos existentes - del central y también de otros núcleos metropolitanos- a la vez que encuentra sus límites en esa pretensión de convertirse en alternativa al urbanismo extensivo tan característico de las ciudades norteamericanas y cada vez más de las europeas. No estamos ante un referente en la lucha por un urbanismo más verde, sostenible, etc. Ni siquiera algunos ejemplos de paisajismo de elevada calidad pueden hacernos pensar en un control efectivo del nuevo paisaje periurbano y de las "nuevas periferias", aunque ello sea un paliativo interesante.

Es comprensible entonces que los que analizan la experiencia de Barcelona "desde fuera" se hayan centrado en los resultados del urbanismo cualitativo y estratégico a los que nos hemos referido antes sin considerar lo que ocurre en el ámbito metropolitano. Pero aún centrándonos en éste, es preciso evaluar de manera más matizada la originalidad y aportaciones del "modelo Barcelona", y también sus límites.

Por lo que hace referencia al primer componente -al urbanismo que se inscribe en la tradición del diseño urbano- parece claro que la "reconstrucción de Barcelona" iniciada con fuerza en la primera mitad de los años 80, constituye una versión mejorada de lo que se ha llevado a la práctica en otras ciudades. Por su calidad y su integración, no parece tan exagerada la afirmación de R.Rogers respecto a los "20 años de ventaja" de aquella respecto a las ciudades británicas. Se han llevado a cabo numerosas operaciones de renovación y mejora urbana con un alto nivel en las áreas centrales, manteniendo e incrementando la vitalidad y la calidad urbana de los diversos "centros" urbanos (entendiendo por ello no sólo el CBD oficial, sino todo un núcleo central de una región metropolitana, como lo es Barcelona). Es ahí donde se ha mostrado claramente lo más creativo y novedoso de dicho "modelo". Todo ello, a pesar de que ésa confianza quizás excesiva en el "buen diseño", puede haber pesado en la escasa consideración de la problemática metropolitana, o lo que ocurría al mismo tiempo en los nuevos espacios comerciales, de ocio o culturales, tanto en áreas tradicionales como en las "nuevas periferias".

En cuanto al segundo componente del "modelo Barcelona", el urbanismo estratégico impulsado desde la preparación de los JJ.OO. y proseguido después con tanta o más energía, también se puede decir que la actuación de Barcelona se sitúa en uno de los puestos más altos del ranking internacional. No parecen haberse producido aquí algunas de las consecuencias negativas denunciadas en otras ciudades respecto a la polarización y segregación social. Aunque en la última etapa "postolímpica", con el mayor protagonismo de la lógica privada y el planeamiento "flexible", se hayan acelerado ciertos procesos de mercantilización y tematización cada vez mayor de la ciudad. Las sucesivas campañas de "marketing urbano" -de claro origen norteamericano- se corresponden con un tipo de urbanismo altamente "globalizado" -sobre todo el asociado a los Planes estratégicos- el cual se ha convertido, a su vez, en un referente para otras ciudades, sobre todo españolas y latinoamericanas.

En cualquier caso, la capacidad demostrada por la "nueva Barcelona" para adoptar, apropiarse y elaborar síntesis originales respecto a las fórmulas más avanzadas de la cultura urbanística internacional, permite pensar en la posibilidad de una reorientación de sus objetivos y sus estrategias urbanísticas en los próximos años. Las operaciones previstas en torno al Forum 2004 serán, probablemente, indicativas de la capacidad de Barcelona para afrontar los problemas que todavía tiene pendientes.


REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

AMENDOLA, G., La Ciudad Postmoderna, Madrid: Celeste ediciones (2000)

ANGELET, J., "La descentralización del empleo y de la residencia en las áreas metropolitanas de Barcelona y Madrid. Efectos sobre la movilidad urbana, URBAN, 4, 2000

ARANTES, O., VAINER, C., MARICATO, E., A cidade do pensamento único. Desmanchando consensos, Ed. Vozes, Petrópolis (Brasil), 2000 (2a ed.)

ASCHER, F., Métapolis, ou l´avenir des villes, Ed. Odile Jacob, París, 1995

AJUNTAMENT DE BARCELONA, Arees de nova centralitat /New downtwn areas, Barcelona: Ajuntament de Barcelona (1987).

AJUNTAMENT DE BARCELONA, Plans cap al 92, Barcelona, 1987

AJUNTAMENT DE BARCELONA, Plans i projectes per a Barcelona, 1981-1982, Barcelona, 1983

AJUNTAMENT DE BARCELONA, Barcelona. La segona renovació, Barcelona, 1996

AJUNTAMENT DE BARCELONA, 1999 Urbanisme a Barcelona, Barcelona, 1999

AJUNTAMENT DE BARCELONA, Barcelona 1979-2004. Del desenvolupament a la ciutat de qualitat, Barcelona, 1999

BARCELONA REGIONAL, Barcelona New Projects, Ajuntament de Barcelona, 1999

BOHIGAS, O., Reconstrucció de Barcelona, Edicions 62, Barcelona, 1985 (ed. esp. MOPU, Madrid, 1986)

BOHIGAS, O., "Ciudad y acontecimiento. Una nueva etapa del urbanismo barcelonés", Arquitectura Viva, 84 (2002).

BORJA, J., (ed.), Barcelona: a model of urban transformation 1980-1995, Urban Management Series (PGU-LAC), Quito- Ecuador, 1995

BORJA,J., CASTELLS, M., Local & Global, Earthscan, Londres, 1997

BROADBENT, G., Emerging concepts in urban space design, Van Nostrand Reinhold, London-New York, 1990

BRUEGMANN, R., "The paradox of anti-sprawl reform", en R. Freestone (ed.), Urban Planning in a Changing World. The twentieth century experience, E & FN Spon, Londres, 2000, pp.158-170

BUCHANAN, P. , "Barcelona, A City Regenerated", The Architectural Review, August, 1992

BUCHANAN, P. , "Regenerating Barcelona: Projects versus Planning- Nine Parks and Plazas", The Architectural Review, June, 1984

BUSQUETS, J., Barcelona. Evolución urbanística de una capital compacta, Mapfre, Madrid, 1992

BUSQUETS, J., "Spanish Waterfronts", Aquapolis, 3-4, 1999, pp.50-56

CALAVITA,N., FERRER, A., "Behind Barcelona´s Success Story: Citizens Movements and Planners´ Power", Journal of Urban History, vol.26, n.6, 2000

CASTELLS, A., 1995, "Los Angeles 2000: a Model of Strategic Planning", Barcelona Metrópolis Mediterrània, 15, 1990

CLUSA, J., "La experiencia urbanística de Barcelona 1986-1992 y las expectativas del Forum 2004", Ciudades, 5, 1999

COHEN, J.L., "Learning from Barcelona; vingt ans de projects urbains et leur reception", in P. Subirós (ed.), Ciutat real, ciutat ideal, Centre de Cultura Contemporánia de Barcelona, Barcelona, 1998

CORBOZ, A., "L´urbanistica del XX secolo: un bilancio", Urbanistica, 101, 1990

CHALKLEY, B., ESSEX, "Urban development trhough hosting international events: a history of the Olympic Games", Planning Perspectives, vol. 14, n.4, 1999

ELLIN, N., Postmodern Urbanism, Blackwell, Cambridge MA, 1996

ESTEBAN, J., El projecte urbanístic. Valorar la perifèria i recuperar el centre, Aula Barcelona, 1999

FERRER, A., "Idees urbanístiques i instruments tècnics en la transformació material i social de Barcelona, 1975-1995", en J.Roca i Albert (coord.), Expansió urbana i planejament a Barcelona, Institut Municipal d´Història de Barcelona-Proa, Barcelona, 1997

FREESTONE, R. (ed.), Urban Planning in a Changing World. The twentieth century experience, E & FN Spon, Londres, 2000

GEHL, J., GEMZOE, L., New City Spaces. Public spaces, public life, Copenhague: The Danish Architectural Press, Copenhague, 2001

GUARDIA, M., MONCLUS,F.J., OYON, J.L. (dir.), Atlas histórico de ciudades europeas, vol.I Península Ibérica, CCCB-Salvat, Barcelona, 1994; vol.II Francia, CCCB-Salvat-Hachette, Barcelona, 1996

HALL, P., Cities of Tomorrow. An intellectual history of urban planning and design in the twentieth century, Basil Blackwell, Oxford, 1988 (trad. cast. "Ciudades del mañana. Historia del urbanismo en el siglo XX", Serbal, Barcelona, 1996)

HEBBERT, M., "El Grupo de Trabajo -Task Force- y el nuevo enfoque del urbanismo británico", Urban, 4, 2000, pp. 82-90

JACKSON, K.T., Crabgrass Frontier. The suburbanization of the United States, Oxford U.P., Oxford C., 1985

KRIER, L., "Prólogo" a W.Hegemann, E. Peets, The American Vitruvius: an Architects’ Handbook of Civic Art (1922),Princeton A. P., New York, 1988

KRIER, R., Stuttgart. Teoría y práctica de los espacios urbanos, G.Gili, Barcelona, 1976

LOPEZ DE LUCIO, R., Madrid 1979-1999. La transformación de la ciudad en 20 años de Ayuntamientos democráticos, Madrid, 1999

MANCOMUNITAT MUNICIPIS A.M.B., Dinàmiques metropolitanes a l´area i regió de Barcelona, Area Metropolitana de Barcelona, Barcelona, 1995

MARAGALL, P. (ed.), Europa próxima. Europa, regiones y ciudades, Ed. UB, Ed. UPC, Barcelona, 1999

MARSHALL, T., "City Entrepeneurialism in Barcelona in the 1980s and 1990s", European Planning Studies, vol.4, n.2, 1996

MARSHALL, T., "Urban Planning and Governance: is there a Barcelona model?", International Planning Studies, vol.5, no 3, 2000, pp.299-319

MARSHALL, T., "La glòria olímpica I més ennllà", L´Avenç, 272, 2002

McKAY, D., La recuperació del front marítim, Aula Barcelona, 2000

McNEILL, D., Urban Change and the European Left. Tales from the New Barcelona, Routledge, Londres, 1999

MOIX, Ll., La ciudad de los arquitectos, Anagrama, Barcelona, 1994

MONCLUS, F.J., "Arte urbano y estudios histórico-urbanísticos: tradiciones, ciclos y recuperaciones", 3ZU. Revista d´Arquitectura, 4, 1995 (ETSAB-Ambit), pp. 92-101

MONCLUS, F.J. (ed.), La ciudad dispersa. Suburbanización y nuevas periferias, CCCB, Barcelona, 1998

MONCLUS, F.J., "Decentralization, containment and green corridors: Compact city strategies in Spanish cities", en R. Freestone (ed.), The twentieth Century Urban Planning Experience: Proceedings of the 8th International Planning History Society Conference and 4th Australian Planning History Conference, University of New South Wales, Sydney, 1998, Pag.647-653

MONCLUS, F.J., "Barcelona´s planning strategies: from ´Paris of the South´ to the ´Capital of West Mediterranean´", (The European Capital City, Amsterdam), GeoJournal 51, 1-2, 2000, pp.57-63

MONTANER, J.M., "El modelo Barcelona", Geometría, 10, 1990, pp. 2-19

NEL.LO, O., "A transformaçao de frente de mar de Barcelona. Cidade olímpica, Diagonal Mar e Besòs", en V.M.Ferreira & F. Indovina (org.), A cidade da Expo´98, Bizancio, Lisboa, 1999

NEL.LO, O.,Ciutat de ciutats, Ed. Empuries, Barcelona, 2001

PORTAS, N., "L´emergenza del progetto urbano", Urbanistica 110, 1998

ROGERS, R., Towards an Urban Renaissance. Final Report of the Urban Task Force Chaired by Lord Rogers of Riverside, Spon, Londres, 1999

ROWE, P., Civic Realism, The MIT Press, Cambridge MA Londres, 1997

ROWE, P., The Urban Public Spaces of Barcelona 1981-87, Harvard University, Cambridge, MA, 1991

ROWE,C., KOETTER,F., Ciudad Collage (1978), G.Gili, Barcelona, 1981

ROWE,C., La IBA entre respublica y resprivata. En A&V, 2, Madrid 1985. p.26-35

SAINZ, V., La cultura urbana de la posmodernidad. Aldo Rossi y su contexto, Alfar, Sevilla, 1999

SANTACANA, F., El planejament estratègic, Aula Barcelona, Barcelona, 2000

SEGRE, R., VELEZ, A., "El modelo europeo de ciudad en América Latina", Revista de Occidente, 230-231, 2000

SOKOLOFF, B., Barcelone, ou comment refaire une ville, Les Presses Universitaires de Montréal, 1999

SOLA-MORALES, I., "Presente y futuros. La arquitectura de las ciudades", en Congreso UIA, Barcelona, 1996

SOLA-MORALES, M., "La segunda historia del proyecto urbano", UR, 5, 1987

SUTCLIFFE, A., "Why Planning History?", Built Environment, vol.7, n.2, 1981

TERAN, F., Historia del urbanismo en España (vol. III). Siglos XIX y XX, Cátedra, Madrid, 1999

VIDAL, T., "Barcelonians: from 1996 into the future", en en AA.VV., 1856-1999. Contemporary Barcelona, CCCB, Barcelona, 1996

VIDLER, A., "The third tipology", Oppositions, 7, 1976 (vers. esp. "Una tercera tipología", Arquitecturas bis, 22, 1978, pp.12-15)

WARD, S., "Re-examining the International Diffusion of Planning", en R. Freestone (ed.), Urban Planning in a Changing World. The twentieth century experience, E & FN Spon, Londres, 2000

WARD, S.V., Planning the Twentieth-Century City: The Advanced Capitalist World, WileyEurope, Londres, 2002

WINTOUR,P., THORPE, V., "Catalan cool will rule in Britannia. Barcelona to set the style for regeneration of 10 cities", The Guardian, 1.5.1999

ZUTKIN, S. The Cultures of Cities, Blackwell, Cambridge (Mass), 1995


(*) Francisco-Javier Monclús, Profesor de Urbanismo, Universitat Politècnica de Catalunya, javier.monclus@upc.es

(**) El artículo corresponde a un seminario sobre el "modelo Barcelona" celebrado en el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona en los primeros meses de 2002. Una versión en inglés del mismo - "The Barcelona Model: an original formula?. From Reconstruction to Strategic Urban Projects (1979-2004)"- se presentó al congreso de la International Planning History Society y se encuentra publicada en la revista Planning Perspectives, vol. 18, n.4, 2003.