Los conservadores anticiencia.

El bloque conservador que gobierna Estados Unidos no cree que el calentamiento global sea una realidad pese a las pruebas contundentes e insisten en bloquear las políticas necesarias para evitar el catastrófico cambio de clima.

Los conservadores exhibieron una muestra espectacular de ignorancia científica en junio en el Senado de Estados Unidos. Durante el debate sobre el Acto de Seguridad del Clima Lieberman-Warner, que regularía el dióxido de carbono al establecer un límite a las emisiones, permitiéndoles a los emisores comerciar con las cuotas de carbono, la mayoría de los senadores republicanos cuestionaron la realidad del cambio climático producido por los humanos e ignoraron la amenaza del clima por completo y repitieron el argumento de que el Acto aumentaría los precios de la gasolina y la electricidad. Era como si hubiesen estado encerrados en una cámara de aislamiento durante toda la década pasada. Veamos lo más importante.

Senador (sen) James Inhofe, republicano por Oklahoma: “La gran mayoría de los científicos no cree que las emisiones de gas invernadero antropogénicas sean un contribuyente importante al cambio de clima”.

Sen. Jon Kyl, republicano por Arizona: Esta ley significa que “la gente debe apagar su aire acondicionado en verano”.

Sen. Saxby Chambliss, republicano por Georgia: “Esta ley atacará a los ciudadanos en la bomba de gasolina” y “aumentará la pérdida de empleos”.

Sen. Jeff Sessions, republicano por Alabama: “Esta ley nos hará menos competitivos en el mercado mundial”.

Sen. John Thune, republicano por Dakota del Sur: Esta ley “podría llevar a la quiebra a los portaaviones de Estados Unidos”.

Sen. Kit Bond, republicano por Missouri: “Nadie que esté cuerdo” piensa que podemos obtener nuestra energía del viento y del sol o conducir una “flotilla de carritos de golf”.

Sen. Wayne Allard, republicano por Colorado: “En lo que se refiere a la temperatura de la Tierra, no está claro cuál es la tendencia a largo plazo”.

Los conservadores son buenos en apegarse a su mensaje, hasta a uno que no está basado en los hechos. Ninguna de sus afirmaciones científicas o tecnológicas son ciertas y la mayoría de las económicas son locas exageraciones basadas en estudios financiados por empresas de combustibles fósiles. De acuerdo a los cada vez más desesperados científicos del clima, este podría ser un momento definitorio para la humanidad, pero para muchos conservadores aparentemente es sólo otro momento para anotarse puntos políticos a expensas de las generaciones futuras.

Es un pensamiento atemorizante. Si la ciencia de los últimos años y la dolorosa realidad de un clima que cambia no han persuadido al movimiento conservador de la naturaleza calamitosa del calentamiento global causado por el ser humano, no me puedo imaginar qué cadena de catástrofes podría convencerlo. Ya hemos tenido sequías, olas de calor, incendios forestales, diluvios, súper tormentas e inundaciones, en EU y en el extranjero, que han roto récords –tal como lo predijo la ciencia del clima. Y hemos tenido mucho menos hielo en Islandia, Antártida y el Mar Ártico, de lo que se esperaba.

En junio, una encuesta del National Journal encontró que sólo 26 por ciento de los miembros republicanos del Congreso creen que “ha sido probado más allá de toda duda razonable que la Tierra se está calentado a causa de la contaminación producida por el hombre”. Eso se aplica también a los votantes republicanos –sólo el 27 por ciento dice que la Tierra se está calentando a causa de la actividad humana. No hace falta decir que si no cree que los humanos son la causa del calentamiento global, tampoco creerá que los humanos son la solución a éste.

Quienes niegan y demoran el calentamiento global se las arreglaron para aplastar la ley Lieberman-Warner, aunque sus autores prometen que regresará el año que viene. Aún así, las políticas necesarias para evitar el cambio climático catastrófico requiere de tanto esfuerzo y de tanto consenso político que los conservadores probablemente las pueden bloquear. La verdad es que la ley no habría puesto al país en un camino para evitar la catástrofe. La ciencia ya ha avanzado mucho, dejando atrás a la legislación. Ya no podemos basar nuestros esfuerzos por enfrentar el cambio climático en esperanzas de reducir nuestras emisiones en algún punto del futuro, o de dejar que otros reduzcan sus emisiones por nosotros.

Dejar de jugar

Los progresistas deberían dejar de jugar el juego de los conservadores y promover un rediseño radical hacia una política climática enfocada al despliegue agresivo de energía renovable y eficiencia energética. En este momento, los progresistas y los moderados, dentro y fuera del Congreso, están impulsando un tapón económico amplio a las emisiones de gas invernadero, que crea un precio basado en el mercado para el carbono, lo que a su vez aumenta el costo de todos los combustibles basados en el carbono, incluyendo al petróleo. No sólo esto les da a los conservadores un punto poderoso en contra de la legislación, sino que no hace mucho por reducir las emisiones del sector del transporte. Se necesita un precio absurdamente alto para que el carbono tenga un impacto modesto en el consumo de petróleo.

Para evitar el desastre, necesitamos reducir las emisiones de carbono en el sector del transporte entre 60 y 80 por ciento para 2050. ¿Cuán alto debería ser el precio de la gasolina? Tendría que exceder los 10 dólares (U.S) por galón. Sin embargo, un precio duro para una cuota de emisión de carbono de hasta 400 dólares por tonelada métrica (que es tres veces el precio actual del carbono en el Sistema Europeo de Reducción de Emisiones) elevaría el precio de la gasolina sólo un dólar por galón. Ese precio para el carbono y un ascenso en los precios de la gasolina está, casi con seguridad, destinado al fracaso en EU.

Si estuviera escribiendo una legislación sobre el clima, dejaría afuera al transporte y al sistema de comercio. ¿Para qué legislar lo que es inevitable? El precio del petróleo, gasolina, diesel y combustible de aviación van a subir mucho en los años venideros, porque no hemos tenido una política energética inteligente en décadas. Que nuestra estupidez y miopía previas suban más el precio en el futuro.

Para inaugurar el cambio real, los legisladores deben hacer un paquete agresivo de “independencia energética” como parte de la ley climática. El paquete debería enfocarse en normas más firmes de economía de combustibles, una norma de combustibles bajos en carbono y un impulso agresivo hacia la adopción de híbridos.

De hecho, el mensaje general de la ley climática tiene que cambiar. El público debe darse cuenta de que los precios más altos por los combustibles fósiles son inevitables a no ser que tomemos una acción agresiva, dirigida por el gobierno, para desplegar tecnologías de energía limpia. Tenemos que comprender que hasta el Departamento de Energía de la administración Bush dice que perforar para extraer petróleo frente a las costas o en Alaska nunca tendrá un impacto significativo en los precios de la gasolina. El abasto es muy poco, el ascenso en la demanda global es demasiado inexorable. Si el público no entiende esto, es difícil ver cómo apoyará las acciones necesarias ante la ofuscación y demagogia de los conservadores.

Después de todo, ¿por qué abandonarían los conservadores la que creen que es una posición políticamente ganadora? ¿Por qué enojarían a las compañías proveedoras de energía que les otorgan grandes contribuciones políticas para defender las acciones anti-clima? Dados los muchos asuntos más urgentes en los que está concentrado el público —la economía, la vivienda, la educación, el costo de los alimentos, los precios de la gasolina, Irak, el terrorismo, la atención a la salud— no creo que los conservadores paguen un precio significativo en las votaciones hasta que la realidad del cambio climático sea demasiado dolorosa como para soportarla y demasiado obvia como para negarla.



“Purgatorio Planetario”

Los conservadores probablemente pueden disfrutar de otra década, aproximadamente, de ignorar a la ciencia del clima y de negociar con las legislaciones del clima. Sí, el clima se volverá cada vez más extremo a medida que nos deslicemos hacia los cambios permanentes en éste. Pero la mayor parte de lo que suceda en la próxima década sólo será una versión más frecuente e intensa de lo que pasó en la última década.

Desafortunadamente para el planeta, la próxima década va a ser en general la última oportunidad para revertir el curso de la manera “fácil”. Por fácil quiero decir el despliegue de tecnología de energía limpia a un ritmo agresivo con un ínfimo costo económico neto del 0.1 por ciento del PIB anual o menos. Es una estrategia que puede desplegar el sector privado con la ayuda de programas gubernamentales y reformas regulatorias bien diseñadas.

Si los conservadores bloquean acciones serias hasta los 2020s, entonces el país y el mundo comenzarán una carrera desesperada para evitar la catástrofe. Para entonces, las emisiones mundiales de dióxido de carbono y las concentraciones de éste serán tan altas que la estrategia relativamente sencilla de la tecnología basada en el mercado no podrá evitar que crucemos el punto sin retorno, cuando lleguen los problemas mayores y debiliten todos los esfuerzos por evitar la catástrofe. Probablemente, el problema más importante sea el derretimiento de las capas de hielo permanentes y la tundra, que podría liberar un billón de toneladas de carbono —más del total del que contiene la atmósfera en el presente— una gran parte de éste en la forma del metano, que es 20 veces más potente para atrapar el calor que el dióxido de carbono.

Llamo al periodo de 2025 a 2050 “Purgatorio Planetario”. Asumiendo que los conservadores bloqueen una reversión mayor en las políticas de Estados Unidos en la próxima década, para los 2020s todos sabrán el triste destino que les espera a las siguientes 50 generaciones, incluyendo una amplia desertificación, la pérdida de los glaciares terrestres, que proveen de agua a mil millones de personas, un ascenso del mar de 24 metros o más a un promedio que podría alcanzar los 15 centímetros por década, y la extinción de la mayoría de las especies terrestres y marinas. Tal vez entonces, cuando las miserias del calentamiento global se apoderen de la vida diaria, comience a surgir una oposición contra los conservadores, y que ésta tire al bote de basura de la historia a todo ese movimiento político.

Porque si no volvemos la marea política en contra de James Inhofe y su banda de negadores ahora, muy pronto nos veremos forzados a actuar por desesperación. Si demoramos las acciones serias hasta 2025, entonces necesitaremos recortar las emisiones globales en 75 por ciento en un cuarto de siglo o menos. Y eso requeriría de una intervención masiva, apoyada por el gobierno, en todos los aspectos de nuestras vidas, a una escala que supera en mucho lo que este país hizo durante la Segunda Guerra Mundial. No puedo ver cómo el movimiento conservador como existe en el presente podría sobrevivir habiendo sido el responsable de haber causado décadas, o siglos, de miseria inenarrable y gobierno intrusivo.

Lo que es particularmente irónico es que el motivo principal por el que los conservadores no aceptan la ciencia del clima, y en su lugar se oponen a acciones serias, es que odian la solución –regulaciones gubernamentales y un esfuerzo dirigido por el gobierno para acelerar las tecnologías de energía limpia. Desoyendo las amenazas sobre el calentamiento global, George Will escribió: “Los temores parecen requerir, invariablemente, más sumisión del gobierno a los ambientalistas y más supervisión del gobierno en nuestras vidas”.

En su columna sobre la ley Lieberman-Warner, Charles Krauthammer advirtió que con base en “la especulación, los activistas ambientales asistidos por científicos conformistas y políticos oportunistas, están defendiendo una regulación económica y social radical... que le dirá cuánto puede viajar, con qué clase de luz podrá leer y a qué temperatura puede poner el termostato de su recámara”.

Nota para Krauthammer: ¿alguna vez ha conocido a un científico? “Conformista” es la última palabra que alguien utilizaría para describirlos.

Sin un rastro de consciencia propia, Krauthammer continúa: “No hay poder social más grande que el poder de racionar. Y, aparte de racionar la comida, no hay un instrumento más grande de control social que racionar la energía, la divisa de prácticamente todo lo que uno hace y usa en una sociedad avanzada”.

Krauthammer y los conservadores lo han comprendido al revés. La solución al calentamiento global no requiere del racionamiento de la energía, ni de ninguna otra cosa. Requiere que la sociedad gobierno-industria acelere la colocación en el mercado de las tecnologías de energía limpia, existentes y de medio plazo. Esa estrategia preserva la abundancia de energía que ha posibilitado a la civilización moderna y al desarrollo económico sostenido.

Pero si detenemos la acción del gobierno hoy, casi podemos garantizar la necesidad de acciones extremas e intrusivas por parte del gobierno en el futuro. Sólo el Gran Gobierno puede reubicar a decenas de millones de ciudadanos, construir diques masivos y ordenar reducciones severas y rápidas en ciertos tipos de energía. Los precios pico del petróleo, para los que no nos hemos preparado, harán que los costos previos de la gasolina del presente se vean como una oferta de Costco. En un planeta tambaleante a causa del calentamiento global y la desertificación, tendremos miles de millones de personas más a las que alimentar. Estaremos racionando la comida, claro que sí. Y el agua. Y las tierras cultivables. La mayoría de nuestras luchas políticas nacionales sin sentido quedarán reemplazadas por una muy significativa lucha global por la supervivencia.

Los conservadores no pueden detener la catástrofe inminente con retórica anti-gobierno. Pero pueden impedir que los progresistas y los moderados la eviten al bloquear las legislaciones climáticas agresivas. Los progresistas y los moderados necesitarán toda su habilidad política y tenacidad para superar el obstruccionismo de los conservadores anti-ciencia y anti-tecnología. Ésta no se parece a ninguna lucha política previa, es una contienda por salvar la salud y bienestar de las próximas 50 generaciones, una pelea por preservar nuestro modo de vida. Perder no es una opción.

Londres/ Joseph Romm

No hay comentarios.: