Estudian plan para “La Gran Guadalajara”

Publicado en El Informador

El Plan Intermunicipal de Desarrollo Urbano (PIDU) se encuentra en su etapa de estudio en los ayuntamientos de Guadalajara, Zapopan, Tlaquepaque, Tonalá, Tlajomulco de Zúñiga y El Salto, un instrumento que, de aprobarse, regirá las políticas de planeación en la ciudad hacia 2030.

“La Gran Guadalajara” que se visualiza en ese documento se pretende alcanzar a través de un reordenamiento urbano de la zona metropolitana, buscando el desarrollo sustentable, para así mejorar la calidad de vida de la población.

Son muchos los objetivos del PIDU, cuya importancia radica en que señalará las directrices de los planes parciales de desarrollo urbano de cada uno de los municipios que integran la Asociación Intermunicipal de Guadalajara. Por ejemplo, el plan procurará la consolidación del área urbana, enfocando el crecimiento en las áreas intraurbanas subutilizadas, para evitar la dispersión de los asentamientos en la periferia, como sigue sucediendo.

El PIDU contempla la permanencia de las zonas agrícolas de mayor importancia, como los valles de Tesistán y Toluquilla, además de abatir el déficit que presenta la ciudad en áreas verdes, y la conformación de un cinturón verde integrado por las serranías de El Madroño, La Primavera, El Tepopote-Bailadores, Bosque El Nixticuil-San Esteban-El Diente (Bensedi) y la Barranca del Río Santiago.

Con respecto a la movilidad urbana se habla de que se maximice el intercambio social y la accesibilidad a la ciudad con medios no motorizados y el transporte público, para lo cual se debe reorientar la estructura actual que “margina y pone en peligro al peatón y al ciclista”.

El PIDU también se presenta como una oportunidad para conocer un diagnóstico multidisciplinario de la ciudad y su futuro.

Densa y compacta

La extensión territorial de los seis municipios referidos, asciende a 231 mil 329 hectáreas; por lo tanto, es ésta el área total de aplicación del PIDU. No obstante, el área urbana actual con sus cuatro millones 60 mil 531 habitantes, es de 62 mil 832 hectáreas, 27.16% del área de aplicación del plan.

Un dato fundamental en el documento es que de esta área que representa la ciudad, aunque 55 mil 386 hectáreas sí están ocupadas por usos urbanos, 11.36% está desaprovechado, por la existencia de siete mil 135 hectáreas consistentes en predios subutilizados o vacíos, a pesar de disponer con los servicios públicos básicos. Además de otras 311 hectáreas en los municipios de Guadalajara y Tlaquepaque, que por sus características físico-naturales, son susceptibles de ser clasificadas como de conservación ecológica.

La densidad poblacional de la ciudad es de 65 habitantes por hectárea, “muy baja”, como “un reflejo del crecimiento acelerado y descontrolado” que se ha tenido. Por ello, se considera necesario aumentar la densidad en el área urbana actual para “aprovechar la infraestructura existente, reducir la demanda de servios urbanos, evitar la pérdida de áreas agrícolas y espacios verdes”, así como para mejorar la movilidad.

De implementarse el PIDU, 70% del crecimiento que registre la ciudad hacia 2030, que será, según las estimaciones, de un millón 913 mil 689 personas, se canalizará a los espacios internos vacíos de la urbe, y 30% restante, como máximo, hacia las reservas periféricas que implican la expansión urbana.
La nueva población necesitará para 2030 aproximadamente 539 mil 80 viviendas, que requerirán 10 mil 544 hectáreas de suelo urbano. Con respecto a otros usos de suelo, como servicios, comercio, industria, equipamiento y espacios abiertos, se estimó 50% de lo previsto para vivienda, es decir, cinco mil 272 hectárea.

De esta forma, hacia el año señalado, la ciudad demandará 15 mil 816 hectáreas, aunque como ya se dijo, serán aprovechadas siete mil 135 hectáreas de espacios intraurbanos vacíos.

El PIDU propone la “verticalización” del crecimiento en áreas con infraestructura y equipamiento suficiente, es decir, la redensificación, como puede ser en los principales corredores viales, con miras a que la urbe pueda duplicar su densidad habitacional actual.

Que solamente 30% de la nueva población se asiente en la periferia, permitiría la conservación de los valles agrícolas de Tesistán, Copala, Tlajomulco y Toluquilla.

"Ciudad deshecho..."

El fenómeno de migración a la periferia que sucede en el Municipio de Guadalajara, y en algunos sectores de Zapopan y Tlaquepaque, es llamado en el análisis del PIDU como “Ciudad de desecho”, motivado por la incapacidad, principalmente en el Centro tapatío, de ofrecer vivienda que responda a las necesidades de las parejas jóvenes y los solteros.

Guadalajara pierde cada año nueve mil habitantes. Las casas antiguas muy grandes de cinco recámaras o más, las condiciones ambientales de inseguridad, contaminación y congestión urbana en el Centro y colonias antiguas, así como la llegada de fraccionamientos a las orillas, se combinan para convertir a Guadalajara en esa ciudad desecho.

Esto contribuye al origen del fenómeno descrito en el documento como la “fragmentación condensada”, es decir, la expansión de la ciudad en fraccionamientos o condominios cerrados, amurallados, que aunque no se considera novedoso, pues data de la década de los sesenta, “su innovación consiste en permear al segmento de vivienda de interés social, donde para ellos existe la incapacidad económica para mantener en buenas condiciones al fraccionamiento. Por este motivo en estos conjuntos el deterioro se acelera”.

Sobre los fundamentos de este tipo de crecimiento, menciona el plan: “Las ideas que se expresan en estos tipos de fraccionamientos, de todos los estratos, son viejas; ideas con renovadas prácticas pero más mercantilizadas: la seguridad, la exclusividad, la limpieza, etcétera, han estado siempre presentes y siempre han generado procesos de autoexclusión”. Se localizan en terrenos lejanos, principalmente en los valles agrícolas, pues las inmobiliarias buscan suelo barato y así un mayor beneficio económico. “Otro elemento presente en la nueva vivienda de interés social es el hacinamiento. Por las características físicas, estas viviendas no acaban de resolver el déficit por hacinamiento… Ante este problema estamos desprovistos de instrumentos que nos ayuden a erradicar este nuevo déficit por hacinamiento. Bajo esta lógica, los fraccionamientos se densifican pero al mismo tiempo se dispersan, teniendo como resultado la fragmentación condensada”.

Reservas urbanas

Luego del estudio de la totalidad de los planes parciales de desarrollo urbano de los municipios, se conoce que en el 2000 existían 17 mil 854 hectáreas de reserva urbana; para 2006, se incrementaron hasta 35 mil 249 hectáreas.

Considerando algunos espacios que están o estarán en proceso de urbanización próximamente, se determina que una cantidad más precisa de reserva es de 30 mil 609 hectáreas, prácticamente el doble de las 15 mil 816 hectáreas que realmente demandará el crecimiento poblacional de la ciudad hacia 2030.

Lo que destaca es que, según el PIDU, de las 35 mil 249 hectáreas de reserva contempladas en los planes municipales, en realidad, solamente 7%, o dos mil 759 hectáreas, son suelo apto para la urbanización, por no tratarse de sitios boscosos, con vocación agrícola o cercano a factores nocivos como vertederos. Del resto, 11 mil 700 hectáreas están consideradas suelo condicionado para su urbanización, por estar presentes factores naturales que pueden representar un riesgo como deslizamientos, hundimientos, problemas geotécnicos o inundaciones.

Además, 17 mil 500 hectáreas no se calificaron como aptas para urbanizarse porque representaría la invasión de áreas boscosas y con vocación agrícola, y finalmente, tres mil 268 hectáreas no son aptas por la proximidad con vertederos.

Reordenamiento

En términos generales, el reordenamiento urbano que se implementará con el PIDU, está basado en la configuración de tres ámbitos estratégicos de actuación en la urbe, nombrados: “Ciudad Central”, “Ciudad Intermedia” y “Ciudad Periférica”, esto, para la implementación de las distintas políticas de planeación de acuerdo con las características de cada una de ellas.

Ciudad Central: está contenida en el anillo delimitado por las avenidas Circunvalación Norte, Circunvalación Álvarez de Castillo, López Mateos, Circunvalación Agustín Yánez, Circunvalación Santa Eduviges, Río Nilo y Plutarco Elías Calles. Será el Centro Metropolitano por tratarse del área más antigua donde se localizan los barrios con mayor antigüedad e historia. Las políticas estarán enfocadas en el mejoramiento urbano y la protección patrimonial.

La Ciudad Intermedia: está fuera del anillo referido y contempla hasta los asentamientos urbanos que rebasan al Periférico, las políticas en ésta serán la consolidación urbana y su densificación.

La Ciudad Periférica: está conformada por los núcleos urbanos autosuficientes en la periferia de los municipios de Zapopan, Tlajomulco y El Salto, y se suman los asentamientos dispersos de los dos primeros. Para ejemplificar con Zapopan, se estaría hablando de poblados como Tesistán, Santa Lucía y Nextipac.

Las políticas aquí estarán concentradas en controlar la dispersión urbana, consolidar núcleos autosuficientes, es decir que cuenten, por ejemplo, con oficinas de la administración pública cercanos, el control de la expansión urbana sobre valles agrícolas y la preservación de asentamientos rurales.

cubrir a cabalidad los costos de una vivienda, transporte, vestido, atención médica, entre otros.

El PIDU establece la necesidad de que la ciudad, hacia una integración social, no cuente con focos específicos donde de manera prolongada estén asentados grupos en pobreza, pues estos sitios “son confines de problemas y conflictos sociales”.

Y señala: “En el aspecto de la justicia social garantizada por el gobierno, es necesario atender a la población con niveles de muy alta marginación, tanto por razones de equidad, como para evitar la gestación de una polarización que complique la armonía en las relaciones sociales. En ese sentido, es una prioridad evitar la creación de asentamientos irregulares o en zonas sin mínimos de capacidad de urbanización”.

Entre las propuestas, está incrementar los recursos para atender a la población marginada, seguir con los programas focalizados de apoyo, implementar otros de nutrición infantil y ampliar la cobertura de las opciones de movilidad a las zonas periféricas.
El documento señala que las políticas de planeación deben encaminarse al aprovechamiento del bono demográfico, un fenómeno originado por “la disminución de las tasas de crecimiento de la población infantil, y el mínimo crecimiento de las tasas de envejecimiento”, lo que da a la ciudad “una máxima capacidad productiva con un menor gasto”.

Habla pues de diversificar las opciones educativas acorde a las características del mercado laboral, reorientar la cobertura y elevar la calidad de la educación a jóvenes y niños, y fomentar el ejercicio de prácticas profesionales.

En lo económico, destaca la promoción y consolidación de la micro, pequeña y mediana empresa; la atracción de compañías de alta tecnología, fomentar el establecimiento de centros de investigación, innovación y diseño; simplificar normas y trámites y elevar la certeza jurídica para las empresas, todo aspirando a superar los tres mil 750 pesos que en promedio percibieron los trabajadores citadinos en 2003.

En el tema de la salud, será indispensable llegar a más personas en la atención a la salud para los que no están inscritos en sistemas de salud público o privado, que son alrededor de 60% de la población. Si en 2007, 4.9% de los citadinos tenía 65 o más años, en 23 años será el 11.2 por ciento.

Medio Ambiente

Para el 2030, el PIDU establece el objetivo de duplicar las áreas naturales protegidas en los alrededores de la ciudad, reconociendo entre éstas a la Sierra de Cerro Viejo-Travesaño; Latillas-Tlajomulco, los bloques serranos del Tepopote-Bailadores, la Sierra de Tesistán; la Serranía del Rincón y el Chicharrón y la Serranía Jacal de Piedra y Mesas de Ixcatán.
De esta forma se conformaría el Corredor Ecológico Metropolitano de Guadalajara. El plan también habla de la construcción de estructuras vegetadas en las carreteras a Nogales, Colotlán, Saltillo y Colima, que permitirían restablecer la conectividad entre las áreas naturales para la fauna.

El incremento de espacios verdes al interior de la ciudad es importante, indica, pues actualmente existe un déficit en este aspecto, ya que por cada habitante se cuenta con 2.5 metros cuadrados de áreas verdes, mientras que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda entre nueve y 10 metros cuadrados por habitante.

Con respecto a los valles agrícolas de Tesistán, Toluquilla y Tlajomulco, se buscará que se mantenga la superficie cultivable y consolidar su actividad, considerando que en los últimos cinco años ya se han perdido mil 600 hectáreas en llanos por el crecimiento urbano. Anualmente, las actividades agrícolas y otras derivadas del capital natural generan alrededor de mil millones de pesos.

El mejoramiento del transporte público deberá contribuir a la obtención de condiciones ambientales más favorables. En el año 2007 se vendieron en la ciudad dos mil 676 millones de litros de gasolina, y mil 243 millones de diesel.
“Cada litro de gasolina emite a la atmósfera 2.3 kilogramos de dióxido de carbono (CO2), por lo que cada automóvil arrojó 11.04 kilogramos de dióxido de carbono en un día cualquiera del año 2007, y 3.9 toneladas al año. Considerando el total de vehículos privados en 2007, del orden de 1.5 millones de vehículos, la contaminación generada fue de seis millones de toneladas de dióxido de carbono”.

En ese mismo año, si se suma lo generado por el transporte público y su carencia de organización como un sistema, se debe hablar de poco menos de 10 millones de toneladas de dióxido de carbono emitidas, uno de los principales gases de efecto invernadero que contribuye al calentamiento global.

Informador Redacción / AMLP

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