Coloquio "ciudad móvil y calidad de vida"
Por Jesus Carlos Soto Morfín y Patricia Karenina Casarín
Antes de planear un sistema de transporte, hay que preguntarnos ¿Qué ciudad queremos?: Enrique Peñalosa
El martes 22 de abril del 2008 se llevó a cabo el coloquio “Ciudad móvil y calidad de vida” en el Auditorio Adalberto Navarro del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la U de G. El presídium estaba formado por Enrique Peñalosa, ex alcalde de Bogotá, actual asesor en políticas urbanas y ambientales; Mario Silva presidente del Colectivo Ecologista de Jalisco; José Palacios, presidente del grupo Guadalajara 2020; Diego Monráz presidente del SITEUR y Étienne Von Bertrab miembro de Ciudad para Todos.
“Felicidad, de eso se trata desde que nos levantamos… y para ello no se puede olvidar como ingrediente muy importante, la vivencia urbana que se tiene día con día”. Así inició su discurso el ex alcalde de Bogotá Enrique Peñalosa, “hoy un ciudadano más” como el mismo se declara y señalando que “Bogotá no es un caso ejemplar y [que] no vengo a hablar de ello”, reflexionó sobre la problemática urbana más allá de la mera planificación especializada. Y es que diseñar una buena ciudad no se hace mediante la vía demostrativa, sino mediante el arte de buscar aquello con lo que uno se siente mejor, señala. “Si tuviéramos una varita mágica, ¿Qué haríamos con ella? quizá mezclaríamos zonas residenciales con zonas populares, ampliaríamos las banquetas, reduciríamos la altura de los edificios…esa varita mágica” explicó “se llama tiempo. Las iglesias Góticas se tomaban alrededor de 300 años en construirse, no deberíamos resistirnos a planear a muy largo plazo nuestras ciudades”.
¿Cómo es una ciudad democrática? Peñalosa asegura que para ello es necesario hablar de igualdad ya que para muchos si el comunismo ha fracasado, el sistema actual se convierte en la única fórmula posible. “El capitalismo genera desigualdad y es paradoja para nuestra cultura occidental que nació del concepto de igualdad” recalcó. Los derechos políticos, socioeconómicos los planteó en dos tipos:
1) todos los ciudadanos son iguales ante la ley es decir, el interés general es prioritario al interés particular. “De ello deberíamos concluir, para una buena política urbana, que se debe privilegiar en el espacio vial (que es público) el transporte público antes que el privado”.
2) La igualdad en la calidad de vida. Como ejemplo describió que todos los niños deberían tener las mismas posibilidades de acceso a distintos bienes como “lo verde” que se está perdiendo, “dentro de 30 años no podremos tumbar 30 hectáreas de ciudad para crear parques, el siglo XX pasará a la historia como el siglo del desastre urbano” detalló.
En la antigüedad toda calle era peatonal, mientras que el carro sólo tiene 80 años y utiliza un espacio público que no todos compartimos. La tierra, vista como una sola nave, nos inspira estar y apropiarnos de cualquier lugar, pero Peñalosa refutó “México no es de ustedes sino de la propiedad privada ya que en otros lugares es posible acampar por 3 o 4 días en propiedad privada sin pedir permiso”.
“El único acceso real (común) es el espacio público peatonal al que hay que prestarle mucha atención [pero] antes de planear un sistema de transporte, hay que preguntarse ¿qué ciudad queremos? y aún antes ¿cómo queremos vivir? La organización del transporte no es un tema de la ingeniería, sino un asunto de elección vital. Antes, hacer ciudades desparramadas tenía su lógica cuando el petróleo era muy barato, pero ahora es absurdo, nos gastamos todo en combustible” exclamó.
Pero ¿qué es una buena ciudad? Preguntó Peñalosa. “Primero, una en la que se pueda estar con gente -comercios, viviendas, trabajo, todo junto o próximo- en la calle. Segundo, caminar -andar en bicicleta es una manera más eficiente de caminar- si una ciudad te obliga a comprar el pan en auto, tiene un mal diseño. Tercero, no sentirse inferior. La calle es un lugar de encuentro entre ricos y pobres, mediante actos culturales, bibliotecas públicas”. El conflicto por el espacio público entre carros, bicis y peatones nos debería hacer reflexionar ¿Qué tanto asignamos a cada quién? ya que los autos veloces producen una ciudad desagradable, las vías rápidas nos encierran y hay más atropellados.
Los automóviles son algo muy reciente en la vida humana y todo ser humano importa aunque no tenga carro pero seguimos haciendo estudios de impacto ambiental, “¿y los de impacto humano?” cuestionó. “¿Es la discusión del espacio público una frivolidad entre tanto crimen y violencia? El tiempo libre hace la diferencia en la vida: mientras el rico puede ir a su residencia con grandes espacios y seguridad, el pobre tiene que irse a una casa muy pequeña y sólo tiene el espacio público, el cual es el mínimo de democracia para los ciudadanos. La ciudad civilizada, actualmente puede ser reconocida por sus espacios peatonales, los cuales demuestran la valoración de la vida humana como sagrada”.
En Bogotá, Peñalosa contó que fue necesaria una campaña mediática fuerte para convencer a los comerciantes que demandaban el acceso de los autos “casi hasta el interior de las tiendas”. Describió que uno de los principales problemas a enfrentar es la invasión de espacios peatonales con autos. Por otro lado, el estacionamiento sobre las superficies (a diferencia del subterráneo o el vertical) es otro gran problema urbano que el gobierno no tiene la obligación de resolver porque que no existe el derecho al estacionamiento, “pero sí debe una seguridad al peatón” aclara Peñalosa. Por otro lado, “el transporte no se resuelve construyendo más carreteras ya que empeora más y no es sostenible; la movilidad no se resuelve con dinero, sino con un cambio en nuestra manera de vivir”. En una ciudad avanzada la pregunta es “cómo reducir el uso del carro” y en una ciudad en desarrollo es “cómo facilitar el uso del carro”.
“Hay verdades contra-intuitivas”, como por ejemplo, cuando se observa un embotellamiento y se piensa que creando otras vías se solucionará el problema. Esto no sucede porque “hacer más espacio para los carros implica que haya más carros y si hay menos espacio para ellos habrá menos”. Hay que buscar una Guadalajara más compacta, pues la densidad es una estrategia efectiva de movilidad, donde el aumento de la densidad debe ir de la mano de la creación de rutas para bici y peatón. Dicha densidad no solo posibilita un menor impacto ambiental (a diferencia de las ciudades “desparramadas”) sino la convivencia entre ciudadanos y la creación de democracia. A la vez, la alta densidad ayuda a disminuir el uso del automóvil, pues a medida que aumente la dificultad de emplearlo (mediante subsidios del automovilista al transporte, zonas para peatón, pocas rutas para auto), incrementará la necesidad del empleo del transporte público.
Enrique Peñalosa concluyó “Una buena ciudad es aquella donde un niño en triciclo o bici puede circular e ir de un lado a otro con total seguridad”.
Al finalizar Enrique Peñalosa, Mario Silva del Colectivo Ecologista de Jalisco recalcó la importancia de la discusión pública sobre el uso del automóvil. Calificó las propuestas de Peñalosa como revolucionarias y vanguardistas, siendo él (Peñalosa) atrevido al no temer la discusión. Por otro lado subrayó que casi nunca hablamos de los niños, quienes no son reconocidos como ciudadanos, ni como personas y por todos los ciudadanos debemos preguntarnos ¿Qué Guadalajara queremos? “El ser humano es también una especie en peligro de extinción, la ciudad es su medio actual, su nicho ecológico” y por ello, la realidad de este nicho determina nuestro desarrollo personal y se necesita una ciudad que quiera participar en su propia construcción, con información.
Continuando con el panel Étienne Von Bertrab de Ciudad para Todos citó a Eduardo Galeano, quien describía el actual estado en la urbe declarando “la gente está prohibida en las ciudades”. Es necesaria una crítica al modelo actual de gobierno, quien ejecuta acciones aisladas sin una visión integral. El ejemplo de Bogotá es el de un gobierno con acciones concertadas. En Guadalajara, campañas como la de compartir el auto (SEMADES) o la construcción de viaductos, son grandes fracasos pues no resuelven nada, como las grandes autopistas, intervenciones difíciles de borrar. Étienne aseguró que en Guadalajara reconocemos unos ciudadanos sobre otros y en Jalisco sucede que hay un gran desprecio por la ciudadanía por parte de los funcionarios, quienes no utilizando los bienes públicos comúnmente como los habitantes en general (escuelas públicas, transporte, etc.) los desconocen y deciden sobre ellos.
Sin el diálogo no sucede nada y la ciudadanía es abandonada en la toma de decisiones como con los 400,000 millones regalados por el gobierno, en contraste con gente muriendo de cáncer en el Salto esperando la intervención y solución sin que nada pase desde hace 30 años. Habría que admirar que en Colombia la voluntad política de transformación fue más allá de la situación de guerra que se vive, optando por una visión integradora y no por sistemas desconectados entre sí; concluyó Von Bertrab.
Finalmente, Diego Monrráz manifestó que “no hay que colombizar GDL”, sino que “se trata de mejorar por momentos” la situación actual. Señaló que la actitud del ciudadano cambia según el medio, por ejemplo, del tren ligero al camión donde se riñe con el chofer. También explicó que “no estamos en contra de los vehículos pero sí reconocemos un desequilibrio” y habría que favorecer otros medios de transporte, porque nuestro sistema de movilidad actual está caduco y obsoleto y al exigir cambios desde la ciudadanía, el gobierno tiene que hacerlos con la justa participación ciudadana.
El martes 22 de abril del 2008 se llevó a cabo el coloquio “Ciudad móvil y calidad de vida” en el Auditorio Adalberto Navarro del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la U de G. El presídium estaba formado por Enrique Peñalosa, ex alcalde de Bogotá, actual asesor en políticas urbanas y ambientales; Mario Silva presidente del Colectivo Ecologista de Jalisco; José Palacios, presidente del grupo Guadalajara 2020; Diego Monráz presidente del SITEUR y Étienne Von Bertrab miembro de Ciudad para Todos.
“Felicidad, de eso se trata desde que nos levantamos… y para ello no se puede olvidar como ingrediente muy importante, la vivencia urbana que se tiene día con día”. Así inició su discurso el ex alcalde de Bogotá Enrique Peñalosa, “hoy un ciudadano más” como el mismo se declara y señalando que “Bogotá no es un caso ejemplar y [que] no vengo a hablar de ello”, reflexionó sobre la problemática urbana más allá de la mera planificación especializada. Y es que diseñar una buena ciudad no se hace mediante la vía demostrativa, sino mediante el arte de buscar aquello con lo que uno se siente mejor, señala. “Si tuviéramos una varita mágica, ¿Qué haríamos con ella? quizá mezclaríamos zonas residenciales con zonas populares, ampliaríamos las banquetas, reduciríamos la altura de los edificios…esa varita mágica” explicó “se llama tiempo. Las iglesias Góticas se tomaban alrededor de 300 años en construirse, no deberíamos resistirnos a planear a muy largo plazo nuestras ciudades”.
¿Cómo es una ciudad democrática? Peñalosa asegura que para ello es necesario hablar de igualdad ya que para muchos si el comunismo ha fracasado, el sistema actual se convierte en la única fórmula posible. “El capitalismo genera desigualdad y es paradoja para nuestra cultura occidental que nació del concepto de igualdad” recalcó. Los derechos políticos, socioeconómicos los planteó en dos tipos:
1) todos los ciudadanos son iguales ante la ley es decir, el interés general es prioritario al interés particular. “De ello deberíamos concluir, para una buena política urbana, que se debe privilegiar en el espacio vial (que es público) el transporte público antes que el privado”.
2) La igualdad en la calidad de vida. Como ejemplo describió que todos los niños deberían tener las mismas posibilidades de acceso a distintos bienes como “lo verde” que se está perdiendo, “dentro de 30 años no podremos tumbar 30 hectáreas de ciudad para crear parques, el siglo XX pasará a la historia como el siglo del desastre urbano” detalló.
En la antigüedad toda calle era peatonal, mientras que el carro sólo tiene 80 años y utiliza un espacio público que no todos compartimos. La tierra, vista como una sola nave, nos inspira estar y apropiarnos de cualquier lugar, pero Peñalosa refutó “México no es de ustedes sino de la propiedad privada ya que en otros lugares es posible acampar por 3 o 4 días en propiedad privada sin pedir permiso”.
“El único acceso real (común) es el espacio público peatonal al que hay que prestarle mucha atención [pero] antes de planear un sistema de transporte, hay que preguntarse ¿qué ciudad queremos? y aún antes ¿cómo queremos vivir? La organización del transporte no es un tema de la ingeniería, sino un asunto de elección vital. Antes, hacer ciudades desparramadas tenía su lógica cuando el petróleo era muy barato, pero ahora es absurdo, nos gastamos todo en combustible” exclamó.
Pero ¿qué es una buena ciudad? Preguntó Peñalosa. “Primero, una en la que se pueda estar con gente -comercios, viviendas, trabajo, todo junto o próximo- en la calle. Segundo, caminar -andar en bicicleta es una manera más eficiente de caminar- si una ciudad te obliga a comprar el pan en auto, tiene un mal diseño. Tercero, no sentirse inferior. La calle es un lugar de encuentro entre ricos y pobres, mediante actos culturales, bibliotecas públicas”. El conflicto por el espacio público entre carros, bicis y peatones nos debería hacer reflexionar ¿Qué tanto asignamos a cada quién? ya que los autos veloces producen una ciudad desagradable, las vías rápidas nos encierran y hay más atropellados.
Los automóviles son algo muy reciente en la vida humana y todo ser humano importa aunque no tenga carro pero seguimos haciendo estudios de impacto ambiental, “¿y los de impacto humano?” cuestionó. “¿Es la discusión del espacio público una frivolidad entre tanto crimen y violencia? El tiempo libre hace la diferencia en la vida: mientras el rico puede ir a su residencia con grandes espacios y seguridad, el pobre tiene que irse a una casa muy pequeña y sólo tiene el espacio público, el cual es el mínimo de democracia para los ciudadanos. La ciudad civilizada, actualmente puede ser reconocida por sus espacios peatonales, los cuales demuestran la valoración de la vida humana como sagrada”.
En Bogotá, Peñalosa contó que fue necesaria una campaña mediática fuerte para convencer a los comerciantes que demandaban el acceso de los autos “casi hasta el interior de las tiendas”. Describió que uno de los principales problemas a enfrentar es la invasión de espacios peatonales con autos. Por otro lado, el estacionamiento sobre las superficies (a diferencia del subterráneo o el vertical) es otro gran problema urbano que el gobierno no tiene la obligación de resolver porque que no existe el derecho al estacionamiento, “pero sí debe una seguridad al peatón” aclara Peñalosa. Por otro lado, “el transporte no se resuelve construyendo más carreteras ya que empeora más y no es sostenible; la movilidad no se resuelve con dinero, sino con un cambio en nuestra manera de vivir”. En una ciudad avanzada la pregunta es “cómo reducir el uso del carro” y en una ciudad en desarrollo es “cómo facilitar el uso del carro”.
“Hay verdades contra-intuitivas”, como por ejemplo, cuando se observa un embotellamiento y se piensa que creando otras vías se solucionará el problema. Esto no sucede porque “hacer más espacio para los carros implica que haya más carros y si hay menos espacio para ellos habrá menos”. Hay que buscar una Guadalajara más compacta, pues la densidad es una estrategia efectiva de movilidad, donde el aumento de la densidad debe ir de la mano de la creación de rutas para bici y peatón. Dicha densidad no solo posibilita un menor impacto ambiental (a diferencia de las ciudades “desparramadas”) sino la convivencia entre ciudadanos y la creación de democracia. A la vez, la alta densidad ayuda a disminuir el uso del automóvil, pues a medida que aumente la dificultad de emplearlo (mediante subsidios del automovilista al transporte, zonas para peatón, pocas rutas para auto), incrementará la necesidad del empleo del transporte público.
Enrique Peñalosa concluyó “Una buena ciudad es aquella donde un niño en triciclo o bici puede circular e ir de un lado a otro con total seguridad”.
Al finalizar Enrique Peñalosa, Mario Silva del Colectivo Ecologista de Jalisco recalcó la importancia de la discusión pública sobre el uso del automóvil. Calificó las propuestas de Peñalosa como revolucionarias y vanguardistas, siendo él (Peñalosa) atrevido al no temer la discusión. Por otro lado subrayó que casi nunca hablamos de los niños, quienes no son reconocidos como ciudadanos, ni como personas y por todos los ciudadanos debemos preguntarnos ¿Qué Guadalajara queremos? “El ser humano es también una especie en peligro de extinción, la ciudad es su medio actual, su nicho ecológico” y por ello, la realidad de este nicho determina nuestro desarrollo personal y se necesita una ciudad que quiera participar en su propia construcción, con información.
Continuando con el panel Étienne Von Bertrab de Ciudad para Todos citó a Eduardo Galeano, quien describía el actual estado en la urbe declarando “la gente está prohibida en las ciudades”. Es necesaria una crítica al modelo actual de gobierno, quien ejecuta acciones aisladas sin una visión integral. El ejemplo de Bogotá es el de un gobierno con acciones concertadas. En Guadalajara, campañas como la de compartir el auto (SEMADES) o la construcción de viaductos, son grandes fracasos pues no resuelven nada, como las grandes autopistas, intervenciones difíciles de borrar. Étienne aseguró que en Guadalajara reconocemos unos ciudadanos sobre otros y en Jalisco sucede que hay un gran desprecio por la ciudadanía por parte de los funcionarios, quienes no utilizando los bienes públicos comúnmente como los habitantes en general (escuelas públicas, transporte, etc.) los desconocen y deciden sobre ellos.
Sin el diálogo no sucede nada y la ciudadanía es abandonada en la toma de decisiones como con los 400,000 millones regalados por el gobierno, en contraste con gente muriendo de cáncer en el Salto esperando la intervención y solución sin que nada pase desde hace 30 años. Habría que admirar que en Colombia la voluntad política de transformación fue más allá de la situación de guerra que se vive, optando por una visión integradora y no por sistemas desconectados entre sí; concluyó Von Bertrab.
Finalmente, Diego Monrráz manifestó que “no hay que colombizar GDL”, sino que “se trata de mejorar por momentos” la situación actual. Señaló que la actitud del ciudadano cambia según el medio, por ejemplo, del tren ligero al camión donde se riñe con el chofer. También explicó que “no estamos en contra de los vehículos pero sí reconocemos un desequilibrio” y habría que favorecer otros medios de transporte, porque nuestro sistema de movilidad actual está caduco y obsoleto y al exigir cambios desde la ciudadanía, el gobierno tiene que hacerlos con la justa participación ciudadana.
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