Inauguración oficial del hotel Marqués de Riscal.
El arquitecto Frank Gehry ha asegurado que con el edificio que ha construido para las bodegas de Marqués de Riscal, ubicadas en Elciego [Álava] ha querido diseñar -algo excitante, de fiesta, porque el vino es placer-. (Mar Oct 10 2006)
Gehry ha presentado su edificio, que ha sido oficialmente inaugurado por Juan Carlos I. El hotel ya funciona desde el 1 de septiembre, con el cartel de -completo- colgado desde entonces.
El Rey, acompañado por la ministra de Agricultura, Elena Espinosa, llegó en helicóptero a la localidad alavesa y fue recibido por el -lehendakari-, Juan José Ibarretxe, y el presidente de La Rioja, Pedro Sanz.
A continuación, el monarca ha visitado la bodega, tanto su zona nueva, con el hotel diseñado por el arquitecto Gehry, como la vieja, que almacena botellas desde la primera cosecha que embotelló Riscal, en 1862.
Fuera del recinto, y de la vista de las autoridades, una quincena de personas convocadas por la izquierda abertzale se han concentrado con ikurriñas, portando una pancarta en la que se lee, en euskera e inglés, -Autodeterminación para EuskalHerria-.
En el pequeño pueblo de Elciego, donde se ubican desde 1860 las bodegas de Marqués de Riscal, Gehry ha diseñado un edificio con su seña de identidad: el revestimiento exterior de titanio de formas ondulantes.
Recuerda en más pequeño a su edificio estrella, el museo Guggenheim de Bilbao, pero esta vez Gehry ha dotado a su metal-icono de los colores propios de la tierra y de la empresa: titanio rosa [en alusión al vino tinto], oro [la malla que cubre las botellas de Riscal] y plata [la cápsula que cubre el tapón de corcho].
El arquitecto ha recordado cómo, hace ocho años, cuando culminó el Guggenheim, los responsables de la bodega le pidieron que hiciera un proyecto para ellos. En un principio, no quiso, porque le parecía demasiado pequeño para tener que volar mucho entre Los Ángeles y España.
Le convencieron, recordó el arquitecto, con el vino: visitó la bodega, y le llevaron a lo que allí se conoce como -la catedral-, una zona en la que se conservan botellas desde la primera cosecha, en 1862. Allí, le sacaron una botella del año del nacimiento del arquitecto, 1929: -Estaba muy buena, y después de unas cuantas copas, acepté-, rememoró divertido.
El proyecto fue creciendo, ya que en principio se pensó que sólo iba a recubrir la vieja bodega, pero finalmente alberga un hotel.
El arquitecto describió el edificio como -un animal galopando por el campo, expresa movimiento, y eso es lo que quería- cuando lo diseñé.
-Flotando en medio de viñedos-.
Ha intentado que el edificio parezca que esté -flotando en medio de los viñedos-, a la vez que se respetaba el entorno. Por ejemplo, el edificio es, deliberadamente, un metro más pequeño que la torre de la iglesia del pueblo.
Incluye -un sombrero para el sol [en referencia a los voladizos de titanio], y esa sombrilla es la que ha creado la exuberancia del diseño-, detalló.
El arquitecto reconoció que, como muchos edificios nuevos, -al principio parece un poco raro, pero luego se consolidan en las mentes; el edificio necesita si tempo-.
Alberga un exclusivo hotel de 14 habitaciones, que gestionará la cadena estadounidense Starwood, propietaria en España del Palace madrileño, el María Cristina de San Sebastián o el Alfonso XIII de Sevilla, con precios que superan los 600 euros por noche.
A estos lujosos cuartos se han añadido otros 26 más dentro de un edificio anexo, con objeto de rentabilizar la inversión. En total, incluyendo la renovación de la bodega, que cuenta ahora con un botellero para cuatro millones de botellas, el proyecto ha costado setenta millones de euros.
El objetivo de la bodega, que ahora exporta el 50% de su producción a 70 países, es llegar a vender en el extranjero el 80% de su vino, y para ello, -necesitaba una imagen-, narró el presidente de la empresa, Alejandro Aznar.
El hotel incluye un spa, del que se ha hecho cargo la casa francesa Caudalie, que basa sus tratamientos en el vino y sus derivados, y un restaurante a cargo del cocinero riojano Francis Paniego, que en su establecimiento de Ezcaray tiene una estrella Michelín.
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